No son pocos los cubanos que a diario se quejan de la falta de cultura en uno u otro oficios: la mala terminación de un edificio, la deficiente higiene de la ciudad, las inexplicables pérdidas de cosechas agrícolas, el bodeguero que no despacha las libras correspondientes de determinado producto, en fin… la lista resultaría interminable.
En una conversación entre colegas, la mayoría coincidía en que se ha perdido la cultura del trabajo, y como ejemplo subrayaban la falta de disciplina y del cumplimiento de reglamentos; el relajamiento de las competencias laborales y el poco interés por hacer las cosas con calidad.
A cada paso encontramos una cadena de ineficiencias, llena de excusas, que a la larga lacera a todos. De una u otra manera nos volvemos partícipes de esa escena. El bodeguero lo percibe cuando sube a una guagua; el guagüero en el momento en que visita una tienda; y el constructor cuando no lo atienden eficientemente en un hospital.
Pero no me gusta pecar de absoluta. ¿Qué dirá el mecánico que trabaja con excelencia, el constructor que ama su oficio o el maestro consagrado? Son muchos los creadores del bien, más eso no basta.
Preciados de ser una sociedad en la cual se garantizó desde los primeros años del triunfo revolucionario que hombres y mujeres accedieran a un empleo, el respeto al trabajo y el valor laboriosidad tuvieron en Cuba un declive a partir del llamado período especial, en la década de los 90 del pasado siglo, según criterios de especialistas.
La caída del campo socialista y el sostenido incremento del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos a nuestro país, obligaron adoptar un grupo de medidas, que si bien contribuyeron a la supervivencia de la Revolución, afectaron los valores en la sociedad.
Esas circunstancias trajeron consigo un conjunto de fenómenos: el incremento de la actividad turística, la despenalización del dólar y la circulación de la doble moneda.
Entre los efectos estuvo la inversión de la pirámide de ingresos —en múltiples casos perciben más los que aportan menos—. De hecho, muchos profesionales comenzaron a emigrar hacia labores de menor calificación, pero con una atractiva remuneración.
Hoy, la actualización del modelo económico cubano impone ante todo recuperar el papel del trabajo y, por supuesto, potenciar el valor laboriosidad, teniendo en cuenta que esta implica el máximo aprovechamiento de las jornadas productivas.
La importancia del asunto ha sido validada en varios puntos del Anteproyecto del Documento Base del XX Congreso de la CTC, donde se insiste en la necesidad de fomentar la educación de sus afiliados en ese valor.
Sin lugar a duda, el reto es grande. En principio, eso debe constituir motivo de satisfacción espiritual y material, y esto no ocurre. Entre los principales planteamientos de los colectivos obreros ha estado la necesidad de mejorar los salarios.
Se reitera que no es posible en tanto no se eleve la productividad y la eficiencia. No obstante, en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido está planteado incrementarlos de manera gradual, dirigidos inicialmente a las actividades con resultados más eficientes.
Y en ese andar, también es esencial reordenar la pirámide, que contribuirá a la paulatina implementación, más que la revitalización, del principio “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”.
Está claro el potencial que existe entre los trabajadores cubanos en cuanto a profesionalidad. Los recursos laborales formados durante todos estos años se distinguen por la preparación y capacitación.
Lo han demostrado en las múltiples misiones que han asumido en los más diversos países. Incluso aquellos extranjeros que laboran en empresas mixtas avalan la calidad de los trabajadores formados en Cuba.
Todo ello, unido a exigencia, rigor, control y disciplina contribuirán a fomentar la cultura del trabajo, imprescindible para que la economía cubana logre los desafíos que tiene ante sí.
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.