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Jubilados: afiliación contra el olvido

De izquierda a derecha Carlos Manuel Peña Alizon, Arnaldo Barrios, Alberto Hernández, Elio Alberto Bascón y Gilberto Bauzá, obreros del taller de Ciénaga. Foto: Heriberto González

Lourdes Rey Veitia, Gretel  Díaz Montalvo, Tellería Alfaro  y Yuneimys Silva Echevarría, estudiante de Periodismo

Como “un libro abierto” se  considera Elio Alberto Bascón  cuando ofrece su apoyo  en los Talleres de Locomotoras  José Ramírez Casamayor,  entidad habanera conocida  con el nombre de Ciénaga, en  el sector ferroviario.

“Llegué aquí en 1972. Era  ayudante y tenía conocimientos  de montaje industrial,  luego pasé a oxicortador y  me adiestré en la soldadura  hasta que llegué a ser pailero  A. Me jubilé en el 2004, pero  continúo trabajando contratado.

Bascón Gill recuerda con  agrado al movimiento de jubilados  que alguna vez hubo  allí. “Recuperábamos piezas  y las manteníamos en un almacén  para cuando fueran  necesarias. Todos los meses  pagábamos la cuota sindical  y había un presidente. Aquí  existía una gran familia ferroviaria”.
Aristas diversas hay en  otros lugares. Gisela Campos  proviene del Sindicato de  Trabajadores de la Educación  y continúa impartiendo clases,  pero esta vez como la sindicalista  que siempre ha sido.  Se siente muy feliz cuando la  tienen en cuenta “y me asignan  responsabilidades como  esta de representar a los jubilados  de la provincia villaclareña”.

Para ella, que se afilien  a la sección sindical a la que  pertenecieron es muy favorable  porque asegura el sentido  de pertenencia al centro, siguen  ligados a su labor, pueden  transmitir las experiencias;  cuentan, para decisiones  importantes.
Reconoce que no todos los  sindicatos atienden de igual  manera a sus jubilados y es  una pena que existan dificultades  porque el aporte de ellos  es muy valioso. En Villa Clara  se destacan los bancarios,  los azucareros, el turismo,  las empresas de la industria  ligera y centros como Planta  Mecánica y la Industria  de Utensilios Domésticos. En  esos lugares es una tradición  atender al jubilado”, comentó.

Considera decisiva la labor  de los educadores que se  reincorporaron a las aulas y  suplen la carencia de profesionales  en enseñanzas como  la secundaria y el preuniversitario;  además han servido  de tutores a los que se inician  como maestros.

Muy diferente es el sentir  de Sergio, un jubilado camagüeyano  que acumula 90  abriles y su vida se resume en  comprar los mandados, el periódico  y leer.

Laboró en el sector agropecuario.  “Muchos prefieren  descansar en su casa y no  aportar en aquellos lugares  donde dieron su ‘vida’. El sindicato  me cobra y ya, además  ni me dejan entrar en mi propio  centro de trabajo”.

Una inquietud al respecto  señalaron obreros y dirigentes  sindicales de los Talleres  de Ciénaga en La Habana  cuando relataron que las  personas retiradas son como  “extraños” en el taller. “Hay  quienes se disgustan porque  después de brindar sus servicios  por tantos años, vienen y  no pueden pasar. Si el director  no los autoriza a entrar  tienen que permanecer en  la puerta, por lo cual se van  y algunos no regresan”, expresó  Gilberto Bauzá, jefe de  brigada.

A lo anterior Arnaldo Barrios,  organizador del buró  sindical, agrega que los jubilados  de Ciénaga portaban  un carné que los acreditaba  como tales, situación que fue  otra tras la renovación del  documento, la identificación  de ellos perdió valor y al no  tenerla no los dejan acceder.  También influyeron las medidas  de control de la Agencia  de Seguridad y Protección.
Según afirma Lázaro  León Vázquez, director de  Ciénaga, “no hay ninguna  objeción contra la entrada de  los jubilados al centro. Los  custodios cumplen con lo establecido.  Si no tienen identificación,  la recepcionista les  hace el pase.

Hay pesar en las palabras  de Carlos Manuel Peña Alizon,  miembro del buró sindical.  “Cada jubilado es un  monumento andante. Deben  ser reconocidos en su centro  laboral; son personas que  han dedicado sus vidas al  trabajo, además, las nuevas  generaciones pueden nutrirse  de sus conocimientos. Es  absurdo no tenerlos en cuenta  ni siquiera en las celebraciones  del centro”.

La joven generación tiene en los jubilados una valiosa fuente para la formación de valores. Foto: Agustín Borrego.

Causas y efectos  

José Luis Menéndez Coronado,  miembro del secretariado  provincial de la CTC en  Camagüey, rememora que en  etapas anteriores “se decidió  que ya no existirían los sindicatos  ‘puros’ y por tanto ellos  se integrarían en sus propios  colectivos de trabajo para que  su experiencia fuera aprovechada  y cooperaran, asimismo,  con el sindicato y en la  educación de los jóvenes.

“Pero eso no ha estado  bien: hubo rechazo inicial por  parte de ellos y no se les ha  dado la atención adecuada, ni  de la sección sindical ni de la  CTC provincial”.
Al adoptarse la medida, el  número de afiliados mermó:  muchos no querían seguir en  el mismo centro laboral con  quienes no entendían sus necesidades.

“Cuando la persona llega  a su edad de jubilación —explica  Menéndez Coronado—  el sindicato debe lograr que  se mantengan las actividades  con los afiliados, llamarlos  cuando hay problemas o invitarlos  a las asambleas porque  ellos lo que quieren es  trabajar”.

Sin embargo, otros se alejan  porque no perciben reconocimientos  materiales, en  una etapa en que sus ingresos  han disminuido.

Como señala Lurquis  Sánchez Fonseca, organizadora  del Sindicato provincial  de Agropecuarios y Forestale

s,  “sería necesario bajarles  las cuotas sindicales, pues la  pensión de muchos es poca”.

Unos sí, otros no  

Maximina Castellanos Soto,  secretaria general de esa  organización en el territorio  agramontino, asegura que  “hay sectores que sí les dan  participación y atención diferenciada  a sus jubilados.  Ellos asumen tareas como el  control de estadísticas, asesoramiento  a bases productivas  o contribuyen con las comisiones  de historia. Pero en la  mayoría de las secciones sindicales,  quienes deben encargarse  de eso no los visitan ni  le prestan atención, tampoco  los escuchan y sus experiencias  no se toman en cuenta  para adecuarlas a nuestros  tiempos”.
Todavía existen personas  como Élsida López Roque  —Cusa para sus amigos—,  quien durante su período laboral  trabajaba en la sección  sindical de la de la Universidad  de Ciencias Médicas Carlos  J. Finlay, por lo que mantiene  el vínculo, aun cuando  coincide en que “muy pocos  aprovechan la experiencia y  el caudal de los jubilados: no  los invitan a las actividades  del sector y a veces les impiden  la entrada a los centros,  por lo que nosotros en el sindicato  diseñamos un carné  para que todos sepan quién  es y puedan pasar.

No todos los sindicatos han valorado es egran potencial existente entre los jubilados, afirmo Xiomara Enríquez, funcionaria del departamento de asuntos sociales y laborales de la CTC nacional. Foto: Heriberto Brito.

En una valoración sobre  el tema, Xiomara Enríquez  Cruz, funcionaria del departamento  de asuntos sociales y  laborales de la CTC nacional,  recordó que: “En el XIX congreso  de la central de trabajadores  el General de Ejército  Raúl Castro Ruz nos convocó  a centrarnos en las tareas fundamentales  del movimiento  sindical y aunque la atención  a los jubilados y pensionados  nunca dejó de ser una actividad  del movimiento sindical,  no se les dio la prioridad  que realmente tenían hasta  ese momento y se indicó a los  sindicatos nacionales que los  organizaran.

“Es en los centros de trabajo  donde más los necesitamos  por el sentido de pertenencia  hacia su sector y  porque constituyen una de  las principales fortalezas que  tenemos para ofrecer experiencias  y conocimientos a los  jóvenes, y transmitir valores  desde el punto de vista de la  disciplina laboral y tecnológica,  entre otros; sin embargo,  no todos los sindicatos han  valorado ese gran potencial”.

Xiomara señaló que en  cada tarea del movimiento  sindical se convoca a los  jubilados y citó como ejemplo  la participación de estas  personas en los puestos de  mando nacional y provinciales  durante la discusión del  Anteproyecto de Código de  Trabajo.

¿Punto final?

La jubilación es una fase de  la vida, pero no es su punto  final. Es común escuchar a  muchos trabajadores y trabajadoras  expresar con orgullo  “me jubilo, pero no me  retiro”, como muestra de su  disposición y voluntad para  continuar siendo útiles.

La atención por parte de  las secciones sindicales a estos  hombres y mujeres tiene  un inestimable significado  humano y solidario. Soslayarlos  significaría pasar por  alto el reconocimiento social  que merecen.

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