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II Salón Provincial de Artes Plásticas, Uneac, Artemisa 2013: Aventuras, desventuras, ausencias…

 Esto no es una cámara, de Gerlys Álvarez Chacón. Carboncillo sobre Lienzo: Premio único del Salón Artemisa 2013, por el cuidadoso tratamiento de la técnica pictórica en la que el discurso, marcadamente conceptual, adquiere profundas y disímiles connotaciones expresivas. Foto: Lesther Pinal León
Esto no es una cámara, de Gerlys Álvarez Chacón. Carboncillo sobre Lienzo: Premio único del Salón Artemisa 2013, por el cuidadoso tratamiento de la técnica pictórica en la que el discurso, marcadamente conceptual, adquiere profundas y disímiles connotaciones expresivas. Foto: Lesther Pinal León

Insertado dentro de esa búsqueda  recurrente y experimental, atrevida  y contemporánea del arte cubano  de entre milenios, un importante  segmento de los creadores artemiseños  protagonizarán, a partir del venidero  jueves 19 de diciembre, la apertura del  II Salón Provincial de Artes Plásticas,  convocado por la Uneac en este novel  territorio con el fin de establecer  un espacio de confrontación, en  tanto promoción entre los artistas, a  través de un proyecto que sin imitar  fórmulas emprendidas en otros  lugares, se abre paso en medio de las  dificultades objetivas —y subjetivas—,  las cuales muchas veces entorpecen  la realización de ideas tan nobles y  necesarias como esta.

Estos espacios ya han alcanzado  prestigio en todo el país y constituyen  sucesos que motivan —o debieran motivar—  a cientos de artistas locales;  pues ante todo, instauran plataformas  de lanzamiento hacia otros escenarios  nacionales, e incluso, internacionales.  Y Artemisa, recién estrenada como  provincia, inmediatamente convocó a  sus creadores a participar en este encuentro,  permitiéndoles mostrar los  variopintos horizontes de la creación  iconográfica, las cuales aquí concurren,  tanto en pintura, grabado, escultura,  instalación y fotografía; aunque  vale señalar: no todas estas expresiones  tuvieron equilibrada representatividad  en este muestrario en donde  tampoco hay una proporcionada nómina  de concurrencia, en correspondencia  con los noveles y consagrados  nombres que aquí radican.

Sin embargo, en esta selección de  obras, entre las que se encuentran el  Premio único y las menciones, unánimemente  conferidos por el jurado —en  el cual fui honrado a formar parte—, se  puede disfrutar de múltiples discursos  artísticos, incluyendo a algunos naif,  con constante preocupación por la búsqueda  de una poética que aprehende y  proyecta inquietudes individuales.

Y aunque este Salón no permite  medir con justeza el real pulso del  arte artemiseño de hoy, sí instituye un  catálogo cuyo ideario estético transita,  con discreción, desde lo local hasta  lo universal, desde lo dramático hasta  lo vernáculo, desde la tradición hasta  la modernidad. Discursos enjundiosos  o sencillos que, en general, echan  sus anclas en valores tradicionales de  la cultura cubana; algunos de ellos  desplegados con soluciones expresivas  en las cuales debido a las ausencias  de materiales, despertaron ideas  e iniciativas reveladoras de disímiles  técnicas y soportes que, en última  instancia, sugieren nuevas y válidas  formas de hacer y de decir.

El Salón Uneac, Artemisa 2013,  propició, asimismo, la intervención de  trabajos de diferentes generaciones de  artífices, y a pesar de las lamentables  ausencias de determinadas firmas,  este permite distinguir y evaluar heterogéneos  estilos y tendencias, desde  el más pulcro realismo hasta oníricas  narraciones surrealistas. En el panorama  igualmente se incluyen otras  corrientes contemporáneas de corte  conceptual, abstracto y figurativo,  sin dejar de mencionar trabajos que  incursionan en un género que aún reclama  de mayor protagonismo dentro  del arte insular: el paisaje.

Expresiones como la escultura, la  fotografía, el grabado, la instalación  y el video arte, este último totalmente  ausente, quedaron decididamente  desplazados por el empuje participativo  de la pintura y el dibujo; aunque  vale subrayar determinadas incongruencias  entre la belleza expresiva  de ciertas piezas y su concepto definitorio  de arte, es decir, su proyección  hondamente generadora de opiniones  y pensamientos, y enriquecedora de la  espiritualidad, problema que demanda  en la joven Artemisa de profundos  debates, talleres y análisis críticos  en donde se hace, tan imprescindible  como su mayor contribución en este  salón, la presencia de graduados de  las distintas escuelas que conforman  el sistema de la enseñanza artística  y de las que, con seguridad, existen  cuantiosos egresados en todo este territorio  del occidente cubano.

Tanto la Uneac como la Asociación  Hermanos Saíz, con el apoyo  del Consejo Provincial de las Artes  Plásticas y la dirección de Cultura en  Artemisa, pueden establecer alicientes  programas que propicien, para  futuras ediciones, la participación de  la mayoría de los creadores, con propuestas  que evidencien nuevos conceptos  sobre los problemas del hombre  y la sociedad contemporánea, y en  particular aquellos relacionados con  esta región de nuestro archipiélago  en constante y rápido desarrollo económico  y social, fenómeno en el que  la cultura —y como parte de ella la  representación de ideas, sentimientos  y juicios sobre esa realidad a través  de las artes visuales—, sin duda, posee  singular valía, razón por la cual  ya existe aquí este prometedor Salón.  Saber aprovechar sus potencialidades,  depende ahora de todos los que  están convocados a ser sus principales  protagonistas.

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