Insertado dentro de esa búsqueda recurrente y experimental, atrevida y contemporánea del arte cubano de entre milenios, un importante segmento de los creadores artemiseños protagonizarán, a partir del venidero jueves 19 de diciembre, la apertura del II Salón Provincial de Artes Plásticas, convocado por la Uneac en este novel territorio con el fin de establecer un espacio de confrontación, en tanto promoción entre los artistas, a través de un proyecto que sin imitar fórmulas emprendidas en otros lugares, se abre paso en medio de las dificultades objetivas —y subjetivas—, las cuales muchas veces entorpecen la realización de ideas tan nobles y necesarias como esta.
Estos espacios ya han alcanzado prestigio en todo el país y constituyen sucesos que motivan —o debieran motivar— a cientos de artistas locales; pues ante todo, instauran plataformas de lanzamiento hacia otros escenarios nacionales, e incluso, internacionales. Y Artemisa, recién estrenada como provincia, inmediatamente convocó a sus creadores a participar en este encuentro, permitiéndoles mostrar los variopintos horizontes de la creación iconográfica, las cuales aquí concurren, tanto en pintura, grabado, escultura, instalación y fotografía; aunque vale señalar: no todas estas expresiones tuvieron equilibrada representatividad en este muestrario en donde tampoco hay una proporcionada nómina de concurrencia, en correspondencia con los noveles y consagrados nombres que aquí radican.
Sin embargo, en esta selección de obras, entre las que se encuentran el Premio único y las menciones, unánimemente conferidos por el jurado —en el cual fui honrado a formar parte—, se puede disfrutar de múltiples discursos artísticos, incluyendo a algunos naif, con constante preocupación por la búsqueda de una poética que aprehende y proyecta inquietudes individuales.
Y aunque este Salón no permite medir con justeza el real pulso del arte artemiseño de hoy, sí instituye un catálogo cuyo ideario estético transita, con discreción, desde lo local hasta lo universal, desde lo dramático hasta lo vernáculo, desde la tradición hasta la modernidad. Discursos enjundiosos o sencillos que, en general, echan sus anclas en valores tradicionales de la cultura cubana; algunos de ellos desplegados con soluciones expresivas en las cuales debido a las ausencias de materiales, despertaron ideas e iniciativas reveladoras de disímiles técnicas y soportes que, en última instancia, sugieren nuevas y válidas formas de hacer y de decir.
El Salón Uneac, Artemisa 2013, propició, asimismo, la intervención de trabajos de diferentes generaciones de artífices, y a pesar de las lamentables ausencias de determinadas firmas, este permite distinguir y evaluar heterogéneos estilos y tendencias, desde el más pulcro realismo hasta oníricas narraciones surrealistas. En el panorama igualmente se incluyen otras corrientes contemporáneas de corte conceptual, abstracto y figurativo, sin dejar de mencionar trabajos que incursionan en un género que aún reclama de mayor protagonismo dentro del arte insular: el paisaje.
Expresiones como la escultura, la fotografía, el grabado, la instalación y el video arte, este último totalmente ausente, quedaron decididamente desplazados por el empuje participativo de la pintura y el dibujo; aunque vale subrayar determinadas incongruencias entre la belleza expresiva de ciertas piezas y su concepto definitorio de arte, es decir, su proyección hondamente generadora de opiniones y pensamientos, y enriquecedora de la espiritualidad, problema que demanda en la joven Artemisa de profundos debates, talleres y análisis críticos en donde se hace, tan imprescindible como su mayor contribución en este salón, la presencia de graduados de las distintas escuelas que conforman el sistema de la enseñanza artística y de las que, con seguridad, existen cuantiosos egresados en todo este territorio del occidente cubano.
Tanto la Uneac como la Asociación Hermanos Saíz, con el apoyo del Consejo Provincial de las Artes Plásticas y la dirección de Cultura en Artemisa, pueden establecer alicientes programas que propicien, para futuras ediciones, la participación de la mayoría de los creadores, con propuestas que evidencien nuevos conceptos sobre los problemas del hombre y la sociedad contemporánea, y en particular aquellos relacionados con esta región de nuestro archipiélago en constante y rápido desarrollo económico y social, fenómeno en el que la cultura —y como parte de ella la representación de ideas, sentimientos y juicios sobre esa realidad a través de las artes visuales—, sin duda, posee singular valía, razón por la cual ya existe aquí este prometedor Salón. Saber aprovechar sus potencialidades, depende ahora de todos los que están convocados a ser sus principales protagonistas.