“Hogar, calidez, amor, fantástico, familia,”. Cuando regresen en la tarde de hoy a Estados Unidos, sensaciones como estas son las que se llevan Melody, Kathy, Kevin y Mogina después de tres intensos días asomados a la realidad cubana. En tres días uno solo puede comenzar a sospechar que entiende las cosas, pero es el primer paso para acercarse a comprender los fenómenos sociales y culturales de un país.
Fue durante la administración Bush, en la que se endureció la política con relación a los viajes a Cuba, que se detuvieron los viajes de Semestre en el Mar. Pero apenas los organizadores del programa supieron que el gobierno de Barack Obama estaba retornando a las políticas de Clinton en materia relaciones bilaterales, pidieron sin vacilar su licencia para viajar a Cuba.
Les MacCabe, presidente y CEO del Instituto de Estudios a Bordo, institución encargada de organizar el programa, a la pregunta de por qué su interés en Cuba contestó:
“Este programa es acerca de educar jóvenes y ayudarlos a alcanzar una verdadera perspectiva global. Para hacer eso los llevamos con toda intención a varios países con diferente desarrollo económico, sistemas políticos, culturas, lenguas; para que durante los 105 días que dura la travesía tengan la oportunidad de comparar y contrastar todo lo que han visto.
“A pesar de nuestra proximidad geográfica para muchos norteamericanos Cuba es un país que está muy lejos, del que se puede leer y escuchar mucho pero no se entiende hasta que se visita. Y la posibilidad de venir a Cuba, de intercambiar con estudiantes de su misma edad, de comparar y ver los puntos que tienen en común les da una comprensión de la realidad de Cuba. Es el espíritu de las nuevas regulaciones y el espíritu de establecer contactos persona a persona es lo que nos ha traído directamente a Cuba.”
Fue este un fantástico retorno del programa, si nos guiamos por las opiniones de los estudiantes y profesores norteamericanos y cubanos que participaron en el intercambio. Después de visitar catorce países, que es lo mismo que decir visitar catorce realidades distintas, llegó a Cuba el crucero MV Explorer cargado de 568 jóvenes curiosos de conocer de primera mano este país que queda tan cerca y tan lejos para el común norteamericano.
Durante 3 días los visitantes pudieron intercambiar con otros estudiantes universitarios, desandar las calles de La Habana, recibir largas y venerables conferencias, participar en catorce excursiones clase que incluyeron visitas a sitios de interés histórico y cultural, y lo más importante, tomarle el pulso, al menos por un rato, al país.
El crucero MV Explorer partirá pronto; y como si no quisiera irse del todo avisó que como esos parientes queridos el próximo año volverá a tocar costas cubanas, y en esa ocasión permanecerá en el país por cinco días. Semestre en el Mar demostró cosas tan variopintas y esenciales como que un estudiante de Negocios de la Universidad de Nebraska y otro de Comunicación de la Universidad de La Habana pueden estar hermanados por la pasión por el béisbol y que funcionarios cubanos y norteamericanos pueden acercarse a discutir cara a cara sin que ocurra ninguna crisis diplomática. Los viajes de Semestre en el Mar a Cuba son uno de los mejores puentes que pueden tenderse entre Estados Unidos y nuestra nación, son un peldaño en la esperanza de reconectar dos países que se deben demasiado como para vivir en mundos paralelos.