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Capitalinos cerró a todo tren y consiguió incluirse en la gran final de la Liga Superior de Baloncesto, tras derrotar este lunes a Camagüey en La Habana con pizarra de 74-63. Los locales fueron más consistentes en la última mitad del encuentro y ahora disputarán nuevamente la corona del certamen ante sus eternos rivales de Ciego de Ávila.
Los habaneros estuvieron debajo por 10 en el marcador en el segundo período, pero supieron reponerse y con canastas oportunas de Reinier Muñiz y Jasiel Rivero dieron vuelco a un marcador adverso para acceder a la final.
Rivero lideró la ofensiva azul con 23 cartones, seguido por Muñiz con 19, aunque todos los jugadores del equipo hicieron su parte del trabajo en la presión sobre la cancha y la velocidad que imprimieron al duelo.
Por los agramontinos Jaca, Ramos y Francis fueron los héroes, verdaderos pilares de un conjunto que merece todo el reconocimiento por pelear de frente a rivales con mayores posibilidades.
Por momentos pareció posible que Camagüey liquidara las acciones y consiguiera lo que se vaticinaba imposible, pero con ánimo y disposición no es suficiente, como lo reconoció su director Leonardo Pérez, una vez concluido el choque.
Más allá de errores arbitrales evidentes y alguna que otra protesta inapropiada de jugadores o técnicos, los tres partidos mostraron dos elencos competitivos con ganas de ofrecer buen baloncesto, y eso es muy importante para este certamen.
Lo cierto es que el cansancio físico de las figuras camagüeyanas fue evidente, pues a pesar de la excelente preparación no debe olvidarse que son humanos, no máquinas.
Por el momento lo cierto es que a partir de este jueves 12 de diciembre el clásico del básquet cubano regresa a la final. Capitalinos vs. Ciego de Ávila volverán a repletar las graderías en ambas provincias, la tensión y rivalidad serán palpables en cada minuto del juego.
Los avileños apostarán por llegar a las ocho coronas, los capitalinos por alcanzarlos con siete títulos y mantener una competencia que ha animado la Liga desde hace una década. ¿Arriesgarse a vaticinar resultados? ¡Ni loco!
