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Volver sobre el Moncada

Por Fernando Rodríguez Sosa

Difícil de imaginar, aquel 26 de julio de 1953, cuando Fidel y los jóvenes de la Generación del Centenario asaltaban los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, que la historia, tanto de la isla como del mundo de la segunda mitad del siglo XX, tomaría un nuevo rumbo.

Aunque la acción, como es conocido, no logró entonces el supremo empeño de derrocar a la tiranía batistiana y edificar una más justa y humana sociedad, lo cierto es que ese hecho significó un viraje en la historia de la mayor de Las Antillas y un llamado de alerta al mundo de que la ignominia y el sojuzgamiento eran insostenibles.«

La gesta del Moncada ha sido, por ello, a lo largo del último medio siglo, tema de estudio por parte de varias generaciones de investigadores, quienes, desde diversas miradas, se han propuesto develar, indagar, aclarar, reflexionar, acerca de un capítulo imprescindible en la lucha de los cubanos por su plena independencia, soberanía y libertad.

Dentro de esa extensa bibliografía relacionada con los sucesos ocurridos un 26 de julio, hace ahora sesenta años, aparece la exhaustiva y documentada investigación titulada El Moncada, la respuesta necesaria (Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2013, 582 pp), que firma Mario Mencía.

En esta edición, ampliada y modificada, el autor vuelve sobre un tema que le ha ocupado por décadas, para proponer un renovado acercamiento, en que profundiza tanto en el significado del golpe de estado del 10 de marzo de 1952 como en los propios antecedentes y consecuencias de los asaltos a ambas fortalezas del régimen batistiano.

Se revelan en estas páginas, entre otras informaciones, el costo económico de los preparativos y la ejecución del plan del 26 de Julio de 1953; los factores, hasta ahora no conocidos, que impidieron el éxito de la acción prevista, y el resultado de una exhaustiva investigación socioeconómica, política, familiar, educacional y laboral del destacamento revolucionario protagonista del trascendental hecho.

Esclarecedores resultan los comentarios de Mario Mencía sobre el tema objeto de estudio. Como lo demuestra este fragmento del capítulo titulado “Condicionantes del Moncada”, referido a la estructura y exigencias del movimiento lidereado por Fidel:

El Movimiento contaba con una estructura y funciones nada convencionales, en las que se conjugaban las normas universales del clandestinaje partidario con homólogos, rasgos extraídos de los inconclusos proyectos revolucionarios de José Martí y Antonio Guiteras, que reflejaban, a pesar de sus diferentes magnitudes, dos de los momentos culminantes en la conformación de las peculiaridades revolucionarias del pueblo cubano.

Se organizó el Movimiento y funcionó de manera excepcional, precisamente por su rigurosa concordancia con las exigencias también excepcionales de la coyuntura histórica en que surge y por     la que surge. De otra manera no le hubiera sido posible actuar en función de las transformaciones revolucionarias que se proponía en el plazo inmediato que se impuso.

Fidel Castro ocupaba la máxima jefatura del Movimiento. Con Abel Santamaría y Raúl Martínez Ararás integraba un pequeño núcleo ejecutivo de dirección para llevar a cabo las tareas más secretas y las actividades más delicadas.

La dirección del Movimiento se completaba —según afirmó Jesús Montané— con un grupo de compañeros que desempeñaban una función que con posterioridad se denominaría civil, al que perte­necían Mario Muñoz Monroy y Reinaldo Boris Luis Santa Coloma —ambos asesinados tras el asalto al Moncada—, Jesús Montané Oropesa y Oscar Alcalde Valls; y un grupo con funciones militares que integraban Renato Guitart Rosell y José Luis Tasende de las Muñecas —el primero, caído en la acción del Moneada y el segundo, asesinado después de preso—, y Pedro Miret Prieto.

Periodista, historiador y ensayista, Doctor en Ciencias Históricas, profesor e investigador titular, Mario Mencía (Cruces, 1931) ha sido galardonado, entre otros reconocimientos, con el Premio Nacional de Historia 2011 por la obra de la vida, así como con las distinciones Félix Elmuza, Enrique Hart Dávalos y Por la Cultura Nacional.

El Moncada, la respuesta necesaria viene a complementar la lectura de otros libros del autor –como La prisión fecunda y El Grito del Moncada– relacionados también con una acción de trascendental alcance en la historia. Un estudio que contribuye a salvar, para las actuales y futuras generaciones, la memoria de nación cubana.

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