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Apuntes de la trova y el bolero

Por Fernando Rodríguez Sosa

“Decir trova equivale a decir bolero. (…) De manera que se puede afirmar que trova y bolero es lo mismo”. Tan categóricas y sugerentes palabras sirven a Lino Betancourt Molina para invitar a los lectores a adentrarse en las páginas de su libro titulado, precisamente, La trova y el bolero. Apuntes para una historia (Editora Musical Producciones Colibrí, 2011, 390 pp).

No se encontrará en esta obra, como también asegura su autor, la minuciosa historia de la trova que, a lo largo del tiempo, nació y floreció en varias regiones de la geografía insular; tampoco será posible, a la manera de un catálogo convencional, hallar la biografía de los creadores que han legado sus obras al patrimonio musical de la nación.

“Este libro –aclara Betancourt Molina— no pretende ser un diccionario donde aparezcan absolutamente todos los que intervinieron en la composición de los primeros boleros. Aquí están solo algunos de los fundadores, de los primigenios trovadores que tomaron el bolero como forma predilecta para dar rienda suelta a sus sentimientos”.

Tan acuciosa y documentada investigación, avalada por varias décadas consagradas a acopiar y analizar la información sobre el tema objeto de estudio, se propone rescatar momentos y figuras imprescindibles de la mejor tradición trovadoresca cubana, desde el siglo XIX hasta poco antes de la primera mitad de la pasada centuria.

La trova y el bolero. Apuntes para una historia aparece estructurado en tres secciones. En la primera, se comentan temas generales, como la guitarra, el primer trovador cubano, los trovadores en las luchas independentistas contra el yugo colonial español, las canciones antiimperialistas creadas en la isla, la trova en varios territorios del país y la relación entre trova y carnaval.

“Protagonistas” es el título de la segunda sección del volumen –indudablemente la de mayor alcance, trascendencia y permanencia—, en que se reúnen más de un centenar de viñetas, concebidas para salvar desde la memoria a esos hombres y mujeres que, en ocasiones sin siquiera imaginarlo, contribuyeron a conformar la historia de la trova cubana.

Aparecen, así, semblanzas dedicadas a nombres imprescindibles de esa historia –entre ellos, Pepe Sánchez, Sindo Garay, Manuel Corona y Miguel Matamoros—, junto a otros creadores menos conocidos –como Manuel Cardona, Jesús Díaz Calderón, Isabelita Montané y Arturo Alonso Díaz.

Cierra la entrega la sección “Los que se resisten al olvido”, en que se indaga en las vidas de otros creadores –Juan Carón, Emiliano Ponciano, Victoriana Zaldívar y Tirso Díaz, entre ellos—, quienes  también se insertan como protagonistas de la historia que queda develada a través de estas páginas.

Periodista, muscógrafo y locutor, Lino Betancourt Molina (Guantánamo, 1930) se ha dedicado, desde hace varios años, a la investigación de la música cubana y ha publicado, entre otros textos, los libros Compay Segundo, La trova en Santiago de Cuba y Siempre Compay.

Por sus aportes a la cultura ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de la Radio y la condición de Artista de Mérito, otorgados por el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT); mientras que la Universidad Interamericana de Puerto Rico le concedió la Placa Conmemorativa del Centenario de Rafael Hernández.

Con la publicación ahora de La trova y el bolero. Apuntes para una historia, Lino Betancourt Molina contribuye a escribir uno de los capítulos esenciales de la historia de la música popular cubana, esa que, como es conocido, resulta uno de los más sólidos y ricos pilares de la identidad de la mayor de Las Antillas.

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