Tras 16 años de duro bregar, Lucas lo ha conseguido. El proyecto se ha consolidado y ganó la preferencia del público. Muchos esperan con ansias las galas de premiación, consideradas por algunos como los mejores espectáculos del año en el país.
La competencia excita, pero no es solo eso. A Lucas hay que reconocerle entre sus méritos la habilidad con que maneja el mercado de la música y el audiovisual a ella asociado. Su público es creciente. Consume, participa, vota… Y con igual frenesí reclama un espacio en el cierre. Pero la sede escogida le queda cada vez más chiquita.
Varias fueron las llamadas telefónicas recibidas en nuestro periódico cuestionando la venta de las entradas a los Lucas de este año. En conversación con trabajadores del teatro —el de mayor capacidad comercial de La Habana (4 mil 535 butacas)— pudimos conocer que desde hace cuatro años la institución adoptó la decisión de no ofrecer las boletas de este evento en la taquilla debido a los serios problemas de indisciplina social que ocurren cada vez que intentan hacerlo.
Desde entonces las negociaciones han sido directamente con el ICRT, que demanda una buena cantidad para los músicos e invitados, y con centros de trabajo y estudio, previa presentación de una carta de solicitud. El mecanismo no es nuevo, lo emplean habitualmente en conciertos y espectáculos de varias funciones.
Pero el caso de los Lucas es especial y deviene uno de los más tensos para quienes laboran en el escenario de los grandes acontecimientos: “Esta vez recibimos más de 300 cartas que cumplían con los requisitos. Es- taban acuñadas y firmadas por el director de la institución y el secretario de la sección sindical. No a todas pudimos darles respuesta”, confiesa Mercedes González, relacionista pública del Karl Marx.
“En el verano hicimos una prueba con los Pre-Lucas y a los 20 minutos tuvimos que cerrar la taquilla porque la cola volvió a indisciplinarse. Eso pone en peligro a las personas y también a la instalación. Por eso retomamos lo de la carta”.
No obstante, los que asistimos a las galas del pasado fin de semana encontramos a espectadores que pudieron “conseguir” su entrada a última hora en el portal del teatro. Pagaron entre 5 y 10 CUC a desconocidos entre los que no podría descartarse a los “revendedores por cuenta propia”. Estas figuras operan a la sombra y a pesar de ser penados con multas en caso de ser atrapados in fragantti, pocas veces abandonan tan lucrativo negocio y en ocasiones ponen a circular entradas falsificadas.
Pero más que convertir el suceso en tarea para la policía, o dejarlo pendiente de cartas, cuños y firmas, esta reportera considera conveniente buscar una sede con una capacidad mayor. Cierto es que los Lucas son un evento producido por y para la televisión. Cualquier emplazamiento futuro debe tenerlo en cuenta, pero en la capital existen algunos, como la Ciudad Deportiva, donde casualmente los últimos finalistas del premio por el video más popular —Los Ángeles y Laritza Bacallao— brindaron sendos conciertos recientemente con excelente acogida de público. ¿Podría ser esa una opción viable sin que sufra la instalación deportiva?