Una mujer con riesgos a punto del parto, deviene preocupación para Laritza Sánchez Fernández, licenciada en Enfermería que le da un gran valor al cero índice de mortalidad, sumándole dígitos a la vida su sensibilidad afectiva para con las embarazadas, las madres y los niños.
Insiste la ‘’seño’’ por la vía telefónica: “¿Cómo está la paciente que tengo ahí en cuidados perinatales ingresada para practicarle cesárea? ¡Que acaban de pasarla para preparto, pues pronto estaré ahí!”, exclama y me invita a recorrer las consultas del policlínico Raúl Ortiz, del municipio de Ciro Redondo, en Ciego de Ávila.
La tensión cede en su reencuentro con los chicos. “En este laboratorio SUMA –comenta Laritza y acaricia a una niña– realizan el estudio del Alfa feto y el diagnóstico de cinco enfermedades después del nacimiento del bebé, entre otras investigaciones que, antes se hacían fuera de la localidad, y hoy contribuyen a la eficacia del Programa Nacional de Atención Materno Infantil (PAMI)”.
Todos afirman que usted es el alma de este programa.
Yo soy la coordinadora de sus acciones, no una protagonista de excepción, pues muchas personas han contribuido a los resultados que tiene el municipio, no solo en la tasa de mortalidad infantil que es de cero por cada mil nacidos vivos, sino también el mismo resultado en las edades preescolar y escolar, y materna.
Por cierto, es el único municipio avileño sin fallecidos este año en su población infantil.
Sí, ha sido posible por la estabilidad de los médicos, de las enfermeras y enfermeros, del grupo básico de trabajo de salud, de las distintas organizaciones en los Consejos Populares y otros colaboradores.
Habla y habla de muchos, ¿y de usted?
Mi trabajo lo hago con todo el amor del mundo, pero prefiero destacar el apoyo, en lo fundamental, de mi esposo y mi hija Laura. Ambos asumen responsabilidades en casa, cuando yo sacrifico horas de descanso para seguir garantizando la calidad de vida de la niñez.
¿Qué tiempo lleva en la actividad?
Tanto me he enamorado de la tarea que ya sobrepasa los siete años.
¿Y dicha tarea ha sido efectiva siempre desde que la asumió?
Cuando empecé en el 2006 la mortalidad infantil tenía un índice de 15 fallecidos por cada mil nacidos vivos. Ahora la batalla se centra, no solo por cerrar el año con cero índice de defunción, sino también en el cumplimiento de los subprogramas dirigidos a la calidad de vida.
Estamos insatisfechos porque no hemos podido controlar el indicador de bajo peso al nacer, debido a las enfermedades crónicas y la prematuridad, entre otras causas incluidas las indisciplinas por parte de algunas gestantes que no se realizan los análisis complementarios y los ultrasonidos a tiempo, ni se ingresan en el momento indicado por el médico.
No obstante, estimula a nuestro colectivo el logro de que hoy muchas mamás lleven en sus brazos a sus bebés sanos, por eso ahora sí le confieso que le he puesto toda mi alma al PAMI.