La primera vez pudo justificarlo, era pura novedad, pero cuando al día siguiente volvió a la oficina con una blusa similar a la anterior, una de sus amigas no pudo contenerse y le dijo: “¿Qué sucede contigo?”
Bajo la tela estaban escondidas las huellas de los golpes que le había ocasionado el esposo, un hombre posesivo, que en sus momentos de ira la emprendía de forma violenta contra ella y luego, pasado el vendaval, le pedía perdón y aseguraba que nunca más lo volvería a hacer.
La historia contada no es única. En medio de la calle, un hombre agredía a una mujer, al parecer su esposa; la gente miraba la escena como si fuera una obra de teatro, hasta que alguien intercedió para defenderla. Uno del grupo comentó: “A ellas les gusta que las traten así”. La anécdota es real.
Varias son las manifestaciones de violencia contra la mujer por razones de género: puede ser física, sexual, psicológica y económica, entre otras.
Es cierto que en la sociedad cubana, desde el propio triunfo de la Revolución, la mujer ha alcanzado protagonismo, con igualdad de oportunidades; acceso a la educación, salud, empleo, a puestos de dirección. Sin embargo, no está exenta de ese fenómeno que tiene sus raíces en la herencia patriarcal del pasado.
Tal como refieren los especialistas, la violencia contra las mujeres es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre ellas y los hombres, que han conducido a la dominación masculina.
Para la mayoría de las personas, el tema se ha visto como un problema íntimo, que no debe trascender el marco de la pareja. Todavía resulta común escuchar “que entre marido y mujer nadie se debe meter”.
Existen mitos que tienden a justificar la razón del maltrato de los hombres. “Son de naturaleza violenta” o “Maltratan porque pierden el control”. Hay quienes los estigmatizan: “Son hombres de barrios marginales”; sin embargo, está comprobado que ello no depende del nivel cultural del individuo ni del lugar donde vive. Se ha detectado que profesionales incurren en esos actos, solo que de forma más callada, para que los de afuera no se enteren.
Situaciones que a veces pasan inadvertidas son señales de violencia: cuando el hombre critica a su compañera en público sobre su apariencia o la forma en que realiza las tareas del hogar; cuando haga lo que haga y él se irrita y la culpa.
Resulta que muchas veces las víctimas se encuentran en posiciones de subordinación y no se atreven a enfrentar las consecuencias derivadas al romper con el agresor (dígase no tener un hogar propio). Solo incentivando una cultura de la no violencia sería posible salir de ese vicioso ciclo.
En un trabajo publicado en la revista Bohemia el 4 de marzo del 2005, bajo el título La espiral del maltrato, la doctora Clotilde Proveyer expresó la importancia de “que la gente sepa que la violencia es ilegítima y puede convertirse en un delito. La información es poder. Cuando las personas saben, pueden decidir, desarrollar estrategias”, aseguró la especialista.
Para Cuba resultó significativa la creación en 1997 del Grupo de Trabajo para la Prevención y Atención de la Violencia Familiar, el cual estuvo coordinado por la Federación de Mujeres Cubanas(FMC) e integrado por diversos organismos e instituciones. Hoy la organización femenina tiene en su centro la labor preventiva, educativa y de atención social en el tratamiento del tema.
La realización de talleres de reflexión en la comunidad con los diferentes segmentos de la población femenina y la familia, y el actuar de las casas de orientación a la mujer y la familia a las que acuden aquellas féminas precisadas de orientación o ayuda son algunas de esas acciones.
Cada 25 de noviembre, instituido por la ONU como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, la FMC intensifica acciones que permitan identificar y visibilizar la violencia, y desmontar progresivamente la cultura patriarcal.
De hecho, lo importante ha sido hacer no solo una jornada, sino un actuar cotidiano, y en ese sentido la campaña Únete, impulsada por el Sistema de las Naciones Unidas en Cuba, acompaña los esfuerzos del país en la prevención y enfrentamiento a la violencia de género, especialmente aquella que se ejerce contra las mujeres y las niñas.
Dar el primer paso es lo más importante
¿A dónde acudir?
Tolerar en silencio una situación de violencia no soluciona los problemas. Ante cualquier duda o caso de violencia,
busque orientación o ayuda en:
• Las casas de orientación a la mujer y la familia de la FMC en cada municipio del país.
• El médico de la familia o área de salud.
• La comisión municipal de educación sexual o el servicio de orientación y terapia sexual.
• Los centros comunitarios de salud mental.
• Las oficinas de atención a los derechos ciudadanos de las fiscalías municipales.
• Los órganos de la Policía Nacional Revolucionaria.
Tomado del folleto Violencia de Género, herramientas para la acción. Compilación de materiales de la FMC.