Con la misión de participar en la persecución y captura de la banda de alzados de Julio Emilio Carretero, —había asesinado al alfabetizador Manuel Ascunce Domenech y al campesino Pedro Lantigua Ortega—, en la noche del 28 de noviembre de 1961 el XI Congreso de la CTC confió a un grupo de sus delegados la conformación de un pelotón que, al propio tiempo, se encargaría de divulgar las tesis, resoluciones y acuerdos de aquella magna reunión en las serranías donde habría de operar.
Surgido por iniciativa de los propios delegados cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz los puso al tanto del horrendo crimen cometido dos días antes, el Pelotón CTC Revolucionaria (CTC-R), conocido también como Pelotón Escambray, partió en la noche del 29 hacia la región central del país.
Lo integraban 34 miembros en representación de los 25 sindicatos nacionales, incluida una mujer, la doctora Rosa Caballero, encabezado por Rogelio Iglesias Patiño (Pao), quien atendía la esfera de Asuntos Laborales y Sociales en la dirección nacional de la CTC-R, con Pedro Julio García Cepeda como segundo jefe.
En la primera línea de combate
Llegados a Santa Clara en horas del mediodía del 30, el comandante Juan Almeida Bosque, jefe del Ejército del Centro, los recibió en el Estado Mayor de ese mando, y tras intercambiar con ellos acerca de la situación militar, política y social de la región, los puso bajo el mando del capitán Orlando Lorenzo Castro (Pineo), a quien encargó situarlos en la primera línea de fuego y tener presente que al menos uno de ellos debía quedar con vida para que cumpliera la otra parte del mandato del Congreso.
Hace algunos años, David Vilá Rocha, integrante de esa fuerza ya fallecido, narró a esta periodista que ese mismo día marcharon hacia Condado, en Sancti Spíritus, cede del centro de operaciones. Allí les impartieron instrucciones y les asignaron un guía, tras lo cual se dirigieron a Magua, en pleno Escambray, donde establecieron su campamento.
“Nos incorporamos al peine con las milicias y el Ejército Rebelde, y en el primer movimiento llegamos al abandonado campamento de Zoila Águila Almeida, alzada contrarrevolucionaria conocida como la Niña de Placetas, ocupamos medicamentos, comida, municiones y otros medios”, afirmó Vilá.
Años más tarde, Pedro Julio contó a esta autora que junto al legendario capitán Pineo participaron “en peines, cercos y emboscadas, y en las operaciones que tuvieron lugar en Polo Viejo, Vega de Peña, Las Piñas y Magua”. Y otro de los integrantes, Hugo González Aguilera, precisó que también se movieron por Charco Azul, Limones Cantero, San Juan de Letrán, Cuatro Vientos, El Nicho, Condado, las riberas del río Caburní y el salto del Hanabanilla, entre otros lugares.
En esa ocasión Hugo comentó que en el abandonado campamento de la Niña, distante varios kilómetros de Magua, ocuparon 16 armas largas, dos sacos de nailon llenos de medicinas, más de mil 500 balas, varias cajas de paquetes de chocolate en polvo, alimentos enlatados, cigarros, arroz, carne salada, ropa y, entre otras cosas, un par de medias tejidas de un niño recién nacido, que pensamos podrían pertenecer a la criminal mujer”.
El mensaje obrero llegó a sus destinatarios
Durante su permanencia en el territorio, los miembros del Pelotón CTC-R estuvieron en constante actividad en el cumplimiento de sus misiones militar y política. Con su accionar contribuyeron al fortalecimiento de la alianza obrero-campesina, frente a los denodados esfuerzos del enemigo por sembrar la división entre tan importantes sectores sociales.
Acerca de las varias jornadas de trabajo político llevadas a cabo con los residentes de la región, Vilá Rocha apuntó que en ellas Pao explicó los proyectos de la Revolución, y cuánto esta haría en relación con la cultura una vez concluida la Campaña Nacional de Alfabetización. Afirmó asimismo, que la creación del Pelotón CTC-R tuvo una connotación histórica, “porque por primera vez del movimiento obrero cubano salió un destacamento armado a cumplir una misión encomendada por un congreso”.
Acerca del autor
Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.