Cuando el pasado 7 de julio el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, nos habló de males que proliferaban en nuestra sociedad y debíamos erradicar, creí que todo comenzaría a cambiar; y aunque percibo mejoras en muchas cosas, la impunidad, un mal capaz de corroer al más genuino de los valores, campea de forma alarmante en muchas actividades del cubano de hoy.
Me refiero en específico al transporte, cuyas deficiencias, aunque muy criticadas, lejos de disminuir adquieren cada vez nuevos matices y dimensiones; y lo que es peor, se erigen como un nido de donde levantan vuelo aves rapaces con el nombre de desidia e insensatez, al no comprender que 40 centavos no echados a la alcancía conspiran contra el bienestar de todos.
¿Cómo entender que en la madrugada del 22 de octubre pasado, en un ómnibus P 9 —el 533, para más señas— que en viaje de ida debe llegar a Coppelia sobre las 4:10 a.m., el chofer y otra persona también con el uniforme del transporte urbano, tapiaran la alcancía con papeles y se apropiaran del dinero de los pasajeros?
Bastante se ha censurado el fenómeno, por ello, cuando veo tal desfachatez, pienso primero en las estructuras de dirección que deben velar porque eso no suceda. Por ser tan elevada la ofensa a la decencia y al decoro popular, he llegado a creer —ojalá equivocadamente— que no pocos mecanismos e instancias estatales aún no aterrizan de manera objetiva sobre ese mal.
Si hablo de madrugadas, no olvido las tolerancias a la luz del día en el transporte urbano; a quienes también a la vista de todos se apropian del dinero de la economía; o a los muchísimos pasajeros con pretensiones dadivosas, quienes dan al chofer un dinero que no le pertenece.
Lo ocurrido en esa madrugada de octubre no es único ni excepcional, a pesar de la conocida normativa de que no pueden tocar el dinero. Dicho en buen cubano, “a la cara” dejan a un lado los llamados pesos machos y billetes para apropiárselos después.
En fechas más recientes muchos choferes se han convertido en los otrora conductores, pues se ocupan de cambiar el dinero a algunos pasajeros. Cualquier lector avispado habrá comprobado el ardid de esos choferes para quedarse con algo que no es suyo. Sencillamente, un delito.
Por etapas, siempre en horas de la madrugada, se ha generalizado la norma de situar agentes de la Policía Nacional Revolucionaria en el ómnibus a fin de garantizar la disciplina y el cuidado del transporte, una plausible idea. Sin embargo, considero que también deberían vigilar el cobro del pasaje.
Hace unos 10 años funcionarios del transporte en La Habana explicaron por qué no era factible en aquel momento implantar un sistema más avanzado para el cobro del pasaje. La razón principal era económica, dadas las dificultades financieras del país —algo entendible—. Ahora, a la distancia de 10 años, creo que se ha perdido mucho más no instaurándolo.
Si está establecido que cada chofer entregue al final de cada viaje una cantidad de dinero ya prefijada, independientemente de lo recaudado; si choferes comentan que las moneditas en CUC depositadas en la alcancía son repartidas entre varios en las terminales, entonces pienso que algo anda mal, o dicho con mayor claridad, muy mal.
De seguro no pocos de los pasajeros comprenden el mal y estarían dispuestos a combatirlo, pero no se deciden a hacerlo “con la manga al codo”, pues sin lógicas salvaguardas esa oposición podría traer aparejado un desenlace impredecible.
Es incuestionable que la solución de cualquier fenómeno similar en nuestro país pasa por el más amplio tamiz popular, problemas como los aquí planteados habrá que resolverlos de raíz, con prevalencia de la legalidad, con la aplicación de las normas y procederes establecidos. ¿Si no, cómo desterrar esa impunidad, esa desidia? Eso nos lo exige la existencia misma de la Revolución.
De nuevo el mismo tema. Yo pense que en honor a la verdad y tratando de salvar el honor del MINTRANS ya estarian dispuestos todos los mecanismos por parte de esta institucion para resolver el problema. Mas importante que el pago del pasaje que es obligatorio, mas importante que cualquier cosa es el status que se viene creando.
Imaginemos que si el guaguero es iùun desmoralizado o inmoral, que se puede esperar de su capacidad para mantener orden y disciplina en el omnibus. Uds creen que el asunt ode situar un policia en un omnibus es ideal?, porque no lo creo para nada, me parece que dice mucho de hasta donde ha llegado el desorden en nuetsra sociedad, es o no ocurre en ningun pais capitalista – disculpen que asuma esto asi, no quiere decir que por diversos motivos alguna persona no deje de pagar el boleto en un omnibus de los paises capitalistas, no se trata de ello, es que son los menos. UNa multa de hasta 80 euros se puede pagar perfectamente por dejar de pagar en el momnibus o simplementen o estar en posecion del boleto y el chofer igualmente es controlado porque debe emitir en boleto.
Hace unos dias opine sobre algo similar, a lo que se esta tratando aqui, no ya ese descaro increible de tapiar la alcancia, que por demas espero que algo haga laadministracion del articulado P 9 y que sea llevado a los tribunales, esperemos que la administracion de esa terminal responsa aqui sobre tal asunto. Recuerdo que me respondio una persona que se referia a las dificultades economicas, lo cual en mi opinion no es para nada justificado ni justificable. Pienso que hay que tomar escobas y barrerar tando desafuero, desorden, inmoralidad, falta de honor e indecencia. Adnde fue a parar el honor de las personas porque ademas soy de los que afirmo que quien deja de pagar un omnibus que solo son 40 centavos, tambien puede que deje de hacer muchas cosas mas, pues de lo simple se va a lo complejo.
Las autoridades en nuestro pais, llamese como se llamen tiene mucha responsabilidad en el deterioro de la moral de las personas y aun cuando a gritos se pide un SOS, de que la ley actue y que se ponga fin a tanta desidia, no dejamos de observar asuntos en que hemos empeorado de manera alarmante. Reitero igual lo que mas de una vez dije, nadie deja de pagarle a un botero, por lo general a ninguno de esos choferes que – igual no dejan de apoderarse de la recaudacion – que cobran un peso y actuan como refuerzo del transporte.
Las tardias actuaciones generaran otros problemas o nos convertimos en una nacion de caos.