Quizás, cuando lea usted esto, ya Luis García y Javier Medina sean parte de la historia de la aeronáutica en Cuba. Si son más de las diez de la mañana —hora de Cuba— entonces lo más probable es que estos dos hombres hayan sobrevolado ya la plataforma insular, siendo los primeros en cubrir, empleando paramotores, los cerca de 100 kilómetros que separan el poblado pesquero de Surgidero de Batabanó y Nueva Gerona, en la Isla de la Juventud.
El despegue de ambos pilotos, a bordo de sus respectivos equipos de vuelo, fue previsto para las ocho de la mañana, con el fin de aprovechar este horario, que es el de “mayor calma y mejores vientos, los cuales deben soplar del noreste favoreciendo la velocidad de traslación”, explicó García, presidente de la Federación Cubana de Vuelo Libre.
La especialidad del paramotor es una versión del clásico parapente y carece de una trayectoria amplia en nuestro país. En ella el piloto posee la propulsión de un motor de élice con dos paletas, las cuales crean un flujo de aire que genera impulso para el ala flexible que mantiene en el aire el equipo mecánico y su conductor.
La empresa es el resultado de un proyecto que nació hace apenas cinco meses, cuando Luis realizó el trayecto entre el Hotel Tuxpan de Varadero y el Morro habanero el 29 de junio, como parte de la exhibición de aeromodelismo en el balneario matancero.
En ese entonces, se realizó una parada para el reabastecimiento de combustible, algo que esta vez resultaba imposible pues durante los 100 kilómetros posteriores a su despegue solo tendrían el mar bajo sus pies.
Para eliminar ese contratiempo, el equipo de mecánicos a cargo del mantenimiento de los motores de dos tiempos emplazó tanques extras de combustible que suministrarían al depósito principal una vez que este se agotara en vuelo.
En estos casos la seguridad de los pilotos es lo esencial, por lo que Luis y Javier no estaban solos. Otras 12 personas, repartidas en dos equipos marinos a bordo de lanchas y uno terrestre, atentas al radio de comunicación de cada piloto, monitoreaban todo.
Balsas salvavidas facilitadas por la Defensa Antiaérea de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (DAFAR) fueron acopladas a las mochilas, chalecos salvavidas de uso obligatorio, radios manuales en transmisión contante y GPS, doble para evitar cualquier problema, formaron parte del equipo de ambos pilotos.
En los días anteriores numerosos vuelos de prueba fueron realizados a lo largo del litoral habanero, con el fin de revisar el estado de los motores y verificar la utilidad de las variaciones practicadas. En ese tiempo los pilotos registraron velocidades sostenidas de 70 Km/h, lo cual hacía calcular, conservadoramente, en dos horas la duración de este primer vuelo sobre el mar.
Javier, experimentado piloto mexicano de paramotor, ha sobrevolado gran parte de Centroamérica con su mochila, incluyendo la costa atlántica de su país, sin embargo para él también es la primera vez que se aventura mar adentro.
El mayor obstáculo para llegar al destino trazado son las condiciones meteorológicas, aspecto del cual dependen totalmente los practicantes de este modalidad aeronáutica, sin embargo antes de la partida Luis y Javier tenían una sola meta clara: Nueva Gerona.
Una meta que, luego de verlos hablar este viernes a apenas unas horas del intento, se me antoja ahora creíble, palpable desde la distancia. Una meta que es solo el comienzo, pues asegura García que “el objetivo que tenemos en mente es poder unir en un vuelo de paramotor el Cabo de San Antonio y la ciudad de Cancún, donde vive Javier”.
Lo cierto es que hoy a las 8:00 a.m. despegaron ambos desde Surgidero de Batabanó, una playita sin encanto en la costa sur de Mayabeque; un sitio en el cual raras veces ocurre algo así sin que se convierta en leyenda entre sus pobladores, curtidos por el sol y el salitre de tantos años a la orilla del mar, resignados a la monotonía de las olas cuando llegan a la arena.
Que consiguiesen o no alcanzar su meta es harina de otro costal. Si llegaron sin contratiempos serán los primeros en lograrlo. Si, por otra parte, se vieron forzados a regresar, nadie podrá quitarles el honor de ser los precursores, quienes tuvieron las agallas de soñar con lo imposible y se lanzaron a conquistar el cielo.
Le repito, quizás cuando lea esto ya Luis y Javier estén sentados en Nueva Gerona, disfrutando de una victoria sobre las leyes de la naturaleza; mas, de no ser así, lo indudable es que estos dos hombres, desde el momento en que encendieron los motores y comenzaron a ganar altura, ocuparon su espacio en la historia.