Uno de los temas más controvertidos en el primer tercio de la 53 Serie Nacional de Béisbol no llegó propiamente de los terrenos de juego, ni de alguna actuación individual, sino de la Circular No.4, que regulaba la música generada por congas, orquestas y otros instrumentos musicales en los estadios, lo cual fue aplaudida por algunos y criticada hasta la sociedad por una mayoría.
Si bien es cierto que la propia Circular reconocía que “obviamente se exonera de ello los entreinnings, léase minutos de descanso por entrada y salida de los equipos al terreno”, las interpretaciones cortaron no pocas alegrías en congas tradicionales como las que animan los estadios Guillermón Moncada, Capitán San Luis, Victoria de Girón o Latinoamericano, por solo citar cuatro ejemplos.
¿Pelota muda? ¿Otro invento más de la Comisión Nacional? ¿Por qué no se discutió este tema en el Congresillo Técnico, celebrado solo 13 días antes?, fueron algunas de las preguntas que inundaron las redes sociales y las peñas deportivas, a las cuales respondió este viernes la Federación Cubana de la disciplina.
“Nunca eliminamos este tipo de actividades, solo regulamos su accionar a partir de que es real la interferencia en los juegos. No obstante, hemos decidido que las congas pueden moverse a otros lugares en el estadio, no encima de los dogouts”, comentó Higinio Vélez en una conferencia de prensa celebrada en el principal estadio de La Habana.
El directivo recordó que en eventos internacionales y otros campeonatos latinos y asiáticos no se observa ese fenómeno porque está prohibido, aunque algunos colegas recordamos que en el tercer Clásico Mundial los japoneses tenían su comisión de embullo con tambores incluido (cualquier semejanza con nuestras congas no es pura coincidencia) en las gradas del jardín derecho, la cual no dejó de apoyar ni un minuto a su selección.
De lo que se trata entonces a partir de las próximas subseries es que las congas cambien sus ubicaciones en el estadio para que puedan tocar si así lo desean y le dan sus fuerzas los nueve capítulos, pero nunca encima de los dogouts. ¿Algo tan sencillo no podría haberse conversado con sus protagonistas y con regulaciones internas por provincias sin tanto alboroto y malas interpretaciones? ¿Son solo las congas, orquestas y música grabada la que molesta a jugadores y aficionados?
Quizás el tema sea más profundo si tomamos en cuenta las cornetas que por miles se han vendido en varias provincias del país (en especial Matanzas y La Habana) y son imposibles de regular hoy, aunque sus decibeles sí afectan nuestros oídos en tan corto tiempo.
Asimismo, en función también de la disciplina y de la educación sin faltas de respeto a los protagonistas de un juego de béisbol hay también coros, carteles y expresiones que ojalá desaparezcan como mismo vieron la luz, sin que desaparezcan con ellos la alegría y la pasión por un mejor espectáculo.
Años atrás, Armandito “El Tintorero”, el hombre-show del Coloso del Cerro y de no pocas actividades deportivas de la capital y el país, era el líder colectivo de expresiones como: “Cuchillero, cuchillero”; “Se va, se va, se va”; así como conteos de protección cuando explotaba un lanzador rival y frases particulares para cada jugador que una multitud apoyaba hasta el delirio. Jamás, le faltó el respeto a jugador alguno.
Que se muevan las congas a otros lugares en el estadio es la punta de un iceberg que se llama calidad del espectáculo, no regulable por comisión alguna o más circulares que se emitan, sino necesitado de más ideas, menos dependencia de la música y mejor estrategia de comunicación.