No ha tenido en los medios nacionales la repercusión que merece un amplio encuentro como este, caracterizado por una singular diversidad de aportes a la vida literaria del país. Quizá uno de los menos conocidos sea el protagonizado por el grupo decimista provincial Toda luz y toda mía, que tuvo en la agenda de la Jornada la celebración de su segundo aniversario y la premiación de su certamen nacional, convocado en las vertientes escrita y oral.
La primera de ellas —con 22 obras aspirantes, procedentes de Cuba, Argentina, España, El Salvador y Alemania— entregó dos galardones principales: en la categoría de preuniversitario a Reinier Hernández, de Las Tunas, por su cuaderno Alucinación, y en la categoría de adultos a Pedro Péglez González por su decimario Los trabajos distantes, publicado en plegable por la local Ediciones Luminaria y distribuido en la propia premiación.
Se concedieron cuatro lauros colaterales: de la Uneac a Testimonio del otro Caín, de Miguel Mariano Piñero (Las Tunas); de la Sociedad Cultural José Martí a La punta del iceberg, de Elizabeth Reinosa (La Habana); de la Casa de Cultura Osvaldo Mursulí a Voces en off, de Rolando Ávalos (La Habana); y el premio especial Solidaridad, del Icap, a El huérfano, de Margarita Dimartino (Argentina).
En el caso de la décima oral se otorgaron galardones en la categoría de tonadas cantadas por niños. Mereció el primer puesto Lezzly Ruiz (La chaparrita), de impresionantes condiciones vocales sobre todo en la difícil tonada Carvajal, seguida por Leidys Hernández y María de la Caridad Fadraga, todas ellas de la provincia sede. Las rondas de la competencia oral aportaron a la ceremonia de premiación, realizada en la Casa de la guayabera, verdaderos desbordes de emoción. | R.C. Foto: cortesía de Toda luz y toda mía.
