Por Vivian Bustamante Molina
El efecto de roedores e insectos sobrepasó su tamaño, porque fueron los culpables de las molestias que denunció a Buzón abierto el santiaguero Dargel Arias Corrochado, indignado por la constante activación de la alarma del punto de venta Altamira, de Cimex.
Así lo reconoce la respuesta que por correo electrónico recibimos en esta redacción, firmada por el gerente general de la sucursal de la corporación Cimex en aquella provincia oriental, Juan Carlos Rosell Zarrabetía.
La carta expresa que luego de publicada la queja el pasado 14 de octubre, fue creada una comisión que investigó los hechos y visitó al reclamante a quien informaron, entre otros resultados, que la alarma se activaba porque insectos y roedores eliminaron la sensibilidad de uno de los medios de detección. La solución llegó por intermedio de técnicos de la central de alarma de Sepsa y de la mencionada sucursal, al colocar un nuevo sensor.
Igualmente acordaron con los vecinos un nuevo mecanismo de aviso en caso de algún “disparo” de la alarma y resolver de inmediato las molestias.
Rosell Zarrabetía ratifica la obligación de la compañía de ofrecer respuestas oportunas a la población, porque “no se justifican hechos que creen molestias y afecten la tranquilidad ciudadana”.
Solo sugerir a la dirección de la sucursal, que mantenga las medidas higiénico sanitarias para garantizar el control de vectores, capaces de fulminar algo más que el sensor de una alarma.