La música y lo digital: producción y consumo en Cuba

La música y lo digital: producción y consumo en Cuba

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IV Jornada de la Cultura Cubana en  Medios Digitales
El debate sobre la música y su consumo en Cuba levanta airadas reflexiones.

“Es necesaria una decisión política del Ministerio de Cultura para que los discos puedan venderse por los celulares a un precio perfectamente  alcanzable para la población. Y Etecsa puede hacerlo”, dijo Israel Rojas, director de Buena Fe en un panel de la IV Jornada de la Cultura Cubana en los medios digitales dedicado a “La música y lo digital: de la creación al consumo digitalmente hablando”.

El cantautor y los panelistas –Ricardo Leyva, de Sur Caribe; José Manuel García Suarez, de Bismusic– coincidieron que en un país donde la piratería está de cierta forma legalizada e institucionalizada, es necesario comenzar a llegar a los públicos mediante mecanismos diferentes, efectivos y económicos, que beneficien tanto a los consumidores como a productores y creadores.

“Lo digital ha traído muchas cosas buenas a la música: en el diseño, la calidad del sonido, y hasta en la composición, donde ahora puedes tocar un instrumento y en una computadora se escribe la partitura. Pero se rompió la institucionalización con lo digital; la producción, distribución y comercialización cambiaron” opinó José Manuel García.

Durante los últimos diez años la proliferación de producciones discográficas independientes ha marcado la industria nacional del disco, y aunque las casas productoras importantes de la isla aun mantengan sus sellos de distinción y fidelidad, también han debido ajustar sus mecanismos para entrar al ruedo de la competencia, aun con problemas presupuestales o de otra índole.

Igualmente, en las calles existe una figura nada deleznable que es la de “comprador vendedor de discos” –patente de corso que otorga el Estado cubano a piratas musicales y audiovisuales– que comercializan copias de cualquier producción discográfica a precios relativamente bajos y que no responden a las casas distribuidoras oficiales.

“Las consecuencias de la tecnología en la comercialización musical –según afirma Ricardo Leyva– es una fuga del producto que redunda en la caída de las ganancias”.

Sin embargo, y en opinión de Israel Rojas, frente a este fenómeno deben producirse cambios de concepción referentes al mercado y, al mismo tiempo, no esquivar las posibilidades de dar conciertos, recorrer la isla, que aseguran también ganancias a los músicos.

Al tocar el tema del consumo regular de música en la población, en un ambiente donde cualquiera puede abstraerse con un par de audífonos en su celular, Ipod, mp4…, y más allá de las carencias educacionales y culturales que padecen los jóvenes cubanos, donde la marginalidad y un desconocimiento brutal de casi cualquier cosa imperan, Israel Rojas apunto: “La dictadura de los ‘pone-música’ tiene embarcao´ el gusto musical popular. Esos que se han comprado cuatro equipos y los gobiernos los contratan para las fiestas populares, generalmente, no tienen respeto por la calidad, o la variedad.”

Luego de debates y reflexiones sobre la actualización tecnológica necesaria entre músicos y discográficas, así como las nuevas dinámicas que estas imponen al proceso productivo, también se habló de que la inaccesibilidad los intelectuales, periodistas –sector de bajo poder adquisitivo, salarial– a los espacios lúdicos de la Cuba actual no permiten entender a cabalidad todo lo que ocurre y se prefiere entre los jóvenes, y lo que imponen quienes tienen dinero y espacio en la difusión musical.

Acerca del autor

Licenciado en Periodismo en la Universidad Central de Las Villas… Bloguero por cuenta propia. Cubano por alma. Videoperiodista por pasión. Hijo por encima de todo.
De economía, sociedad, y cuanto de vida pueda contarse, son mis letras, y, de vez en vez, las imágenes que capturo.
Hace algún tiempo descubrí una frase de José Martí que me dejó en una pieza, y en ella está lo que soy, lo que quiero ser, porque «no hay tormento mayor que escribir contra el alma, o sin ella».

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