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Un legado que merece multiplicarse

Héroe fallecidoEl rostro bonachón y sereno de Pedro Iván Wilson Ferrer no estará más para sonreírnos en días malos y buenos, ya no podrá asir el timón del taxi desde el cual creció y se hizo gigante, pero de alguna rara manera sí lo tendremos junto a nosotros, dando luz y ejemplo para que su dimensión de Héroe del Trabajo de la República de Cuba se multiplique por doquier.

La muerte le cercenó las ganas de seguir en pie, de continuar dando batalla, como lo hizo desde que abrió los ojos al mundo, el 8 de diciembre de 1939, en pleno corazón de Santiago de Cuba, la ciudad que amó tanto como a su esposa y sus tres hijos.

No por gusto la defendió a riesgo de su propia vida, enrolado junto a los jóvenes de la Placita de los Mártires, los mismos que lo acogieron como uno más a la hora de poner pancartas y distribuir propaganda contra el dictador Fulgencio Batista.

Fue tan honda la ligazón con el Movimiento 26 de Julio que tuvo que huir rumbo a La Habana ante la persecución de los esbirros. Allí le sorprendió el triunfo de la Revolución y de inmediato optó por regresar a su terruño querido.

Desde entonces no hubo tarea a la que Wilson no le pusiera corazón y empeño. Colaboró en el enfrentamiento a la subversión, se fue a la zafra, al café, aportó horas de trabajo voluntario, rodó y rodó en su taxi por toda Cuba, siempre con el gesto amable, con la deferencia, la solidaridad, la honradez…  a flor de piel.

Y así, sin pedirlo, sin esperarlo, la vida le premió tanto trabajo desinteresado y bienhechor, retribuyéndoselo, entre otras cosas, con las medallas, condecoraciones, distinciones, y títulos honoríficos que lo enorgullecieron hasta el final de sus días: 20 y 30 aniversario de la Seguridad del Estado, Hazaña Laboral, 28 de Septiembre, José María Pérez Capote,  Jesús Menéndez, Vanguardia Nacional, Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

La evocación de Wilson llega con esa imagen de hombre sencillo que portaba sus medallas al pecho, y se adereza con otras muchas remembranzas, entre ellas la fidelidad para con los amigos, la cordialidad con sus vecinos, la responsabilidad con la palabra empeñada, el compromiso con su tiempo, el desafío a los retos y mucho más.

Para quienes lo conocieron no hay dudas, para aquellos que descubren de súbito su historia tampoco la hay: Pedro Iván Wilson Ferrer deja un legado que merece multiplicarse.

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