El episodio forma parte de los recuerdos de Ivo Conde Martínez, quien compartió con el héroe parte de la infancia y de su etapa juvenil, y en aquellos momentos trabajaba con él, como primer teniente, en el Estado Mayor del Ejército Rebelde.
El Señor de la Vanguardia le había comentado su deseo de ir junto con otros amigos a su barriada natal de Lawton a recordar su niñez y a retratarse en la escuelita donde había estudiado. Cuando fueron a buscarlo se sorprendieron al ver que se había quitado la melena, recortado la barba, lucía gorra y los grados de capitán, con lo cual quería pasar lo más inadvertido posible entre los numerosos oficiales barbudos que había entonces.
“Y es que Camilo tenía una gran simpatía personal y dondequiera que iba la gente lo rodeaba para saludarlo. Ante esas muestras de admiración otro en su lugar tal vez habría adoptado un ‘aire de grandeza’, pero él nunca se envaneció, mas bien quería sentirse uno más entre los soldados, caminar libremente por las calles, hacer las mismas cosas que antes de ser dirigente de la Revolución”.
Una justa preocupación
Recuerda Ivo Conde que en las primeras semanas después del triunfo revolucionario, Camilo le dio la tarea de ocupar el 5to. Distrito Militar de La Habana, radicado en Lawton, para dirigir el Buró de Empleo del Ejército Rebelde. “Este sería el encargado de gestionarles trabajo a nuestros compañeros que se habían hecho militares para combatir a la dictadura batistiana y conquistada la victoria, querían retornar a la vida civil.
“Pero algo que dice mucho del humanismo de Camilo es su indicación de que les buscáramos una ubicación laboral decorosa a los miembros del ejército derrotado que no habían cometido crímenes ni atropellado a la población, de manera que pudieran procurarse el sustento y mantener a sus familias. La preocupación de Camilo era que fueran rechazados por haber estado en las filas del enemigo, por lo cual nosotros éramos los que hacíamos los trámites oficiales con empresarios de centros de producción y servicios para que los ubicaran según su calificación”.
Atraer a todos
En un acto en el antiguo cuartel de Columbia, hoy Ciudad Libertad, con la participación de militares y el pueblo, Camilo estaba en el uso de la palabra e Ivo, que se encontraba al pie de la tribuna, escuchó el comentario de uno de los ciudadanos allí reunidos: “Yo no soy revolucionario, pero ese hombre habla de una forma que se ve que está diciendo la verdad, dan deseos de participar en lo que él dice”.
Cuando terminó el acto, Conde le presentó a Camilo a aquel hombre quien le reiteró esas palabras, a lo que el héroe respondió: “Gracias por su confianza en nosotros y no se lamente de no haber hecho nada antes, porque ahora hay mucho trabajo por delante para cualquier patriota que quiera hacer realidad los sueños por los que luchamos”.