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A falta de sal, disgustos

Muchas pieles extraviaron el camino útil hacia las tenerías y fueron enterradas.
Muchas pieles extraviaron el camino útil hacia las tenerías y fueron enterradas.

Es cierto que la labor de preservar pieles de forma artesanal está signada por olores tan fuertes que son casi insoportables, pero si esas rutinas se ven alteradas por la intermitencia en los abastecimientos de sal y la lentitud en la toma de decisiones en torno a las pieles podridas, entonces las cosas se complican más.

Eso lo saben bien, aunque les sepa mal, los 19 trabajadores de la Unidad Empresarial de Base de Tenería y Pieles 122-Las Tunas, tanto los que laboran en el almacén central como los diseminados en los restantes tres saladeros pertenecientes a esta unidad, pues “las malas condiciones se reiteran en los municipios de Puerto Padre, Manatí y Colombia”, lamenta Edilberto Alguacil Quesada, jefe de Producción de esta UEB subordinada a la provincia de Holguín, donde radica la dirección general de la región oriental (desde Las Tunas hasta Guantánamo).

¡¿Misión imposible?!

Cualquiera de los integrantes del colectivo está en condiciones de enunciar la misión de la entidad: Acopiar y preservar pieles con destino a las tenerías de Caibarién (Villa Clara) y Camagüey para la fabricación de calzado.

Así de sencilla es la explicación, pero este encargo estatal transita por un mar de dificultades que pone en tensión a los responsables del cumplimiento de los compromisos productivos.

“Nosotros tenemos la obligación de recoger las pieles en los establecimientos ubicados en Manatí, Puerto Padre y Colombia, y suministrarles sal al igual que a la Empresa Pecuaria, uno de nuestros proveedores”, dice Oslay Pavón, secretario general de la sección sindical y apunta que no pueden asumir esas tareas, porque solo disponen de un camión Zil-131en pésimas condiciones de chapistería y sin los documentos requeridos para la circulación, “desde el 9 de febrero está parqueado a la intemperie”, enfatiza.

Y como si ese mal fuera poco, “el 8 de septiembre del 2008, hizo ya cinco años, el huracán Ike devastó los techos de los saladeros municipales y las pieles mojadas fueron trasladadas hasta aquí, de donde supuestamente debían salir con destino a las tenerías, que también sufrieron afectaciones, por lo que no pudo cumplirse el empeño y comenzaron a pudrirse. “Agua de lluvia y cuero son enemigos mortales”, sentencia Carlos Milanés, técnico en la actividad de pieles.

Pese al estado de putrefacción que acusaban en  diciembre del 2012  fue autorizado darles de baja y el enterramiento solo fue posible comenzarlo en septiembre de este año, previa autorización del Citma por la carencia de medios técnicos para hacerlo, sin reparar en la amenaza que significaba para la salud de los trabajadores, quienes carecen de filtros y los guantes que poseen son de tela.

Causas y consecuencias

Si a esos imponderables les agregamos las filtraciones y los problemas de drenaje que tiene el inmueble las cosas empeoran y como consecuencia 10 mil 50 pieles perdieron su valor de uso con un daño  económico ascendente a 91 mil 900 pesos.

Las causas están claras: “La transportación es nuestra estrella negra. Estas cargas son sucias y muy agresivas e implican estados de cuarentena, por lo que requieren de medios propios para el trasiego. A raíz del reordenamiento UDECAM (Empresa de Camiones)  recibió el encargo de trasladarlas, pero argumentan que no están en condiciones de hacerlo porque le faltan carros, pues su misión principal es distribuir la canasta básica”, explica Ramiro González, jefe de brigada.

Esta situación se torna más difícil por la poca capacidad de almacenamiento: “Si tenemos 500 cueros y solo sacamos 100 hay 400 que quedan, y luego encima de estos situamos los nuevos que acopiamos, porque  vamos dándoles salidas a los de arriba. Tenemos pieles con más de cuatro años almacenadas, pueden permanecer hasta cinco, pero en buenas condiciones de almacenaje, no así”, se quejan los trabajadores.

Argumentan que en los años 90 tenían tres rastras y un camión que daban respuestas a esas exigencias, pero comenzó el reordenamiento y han sido objetos de cambios de nombres y nomenclaturas, “pero los problemas son los mismos”,  asegura Carlos Milanés.

“No tenemos transporte ni para los obreros –la unidad está situada en las afueras de la ciudad-, laboramos de 8:00 de la mañana a 5:00 de la tarde y desde agosto del 2012 no tenemos almuerzo, ni recibimos, como otros colectivos el estipendio. No hay agua potable, ni electricidad, ni baños donde asearse después de las faenas diarias”, denuncia el secretario general de la sección sindical.

Según afirma Edilberto Alguacil Quesada, el jefe de producción, en vías de solución están muchos de esos contratiempos: “Está planificada la electrificación y la reparación general, que incluye cerca perimetral, rehabilitación de la fosa -está derrumbada-, las instalaciones hidráulicas, la acometida del agua y los baños.”

¿Cómo responder  entonces con eficiencia a la misión sin disponer de medios de transporte? Si la actualización del modelo económico busca la eficiencia y la eficacia de la empresa estatal socialista, ¿por qué dejar resquicios por los que escapan esos atributos?, ¿por qué falta objetividad en las proyecciones estratégicas?…

Están claros y bien definidos los objetivos del proceso de actualización del modelo económico y social, y su implementación, sin prisa pero sin pausa, es la convocatoria para evitar esos desatinos que atentan contra el mejor funcionamiento empresarial.

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