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Rugby: una batalla de verdad

Ángel Carbonell Morales, Angelito, pionero en la práctica del rugby en Camagüey, confía en que sean contemplados como deporte. Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez.
Ángel Carbonell Morales, Angelito, pionero en la práctica del rugby en Camagüey, confía en que sean contemplados como deporte. Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez.

Todo comenzó allá por el año 2004. Angelito se había vuelto loco según comentaban algunos de sus conocidos. “Ahora le da por andar con un balón ovalado, hablar de tackles, de pases atrás… de promocionar un fútbol que no es el clásico y que se llama rugby siete”, sentenciaban otros.

Y es que durante ese año, en la provincia de Camagüey, se impartió un curso sobre el rugby en las instalaciones de la base de campismo Las Clavellinas. Hasta aquel lugar se acercó el licenciado Ángel Carbonell Morales, un exatleta de lucha con una curiosidad enorme por esta variante europea iniciada en 1823, cuando el inglés William Webb Ellis, con una fina desobediencia de las reglas de su tiempo, en medio de un partido echó a correr balón en mano.

¿Rugby en Camagüey?

Todavía el rugby era algo extraño y hasta impronunciable en Camagüey. Pero fue así de simple, de manos de la tenacidad de Angelito, que inició la práctica de un deporte aclamado por el mundo, en unas tierras conocedoras de pelotas, guantes y bases.

“En la población –explica Angelito – hay desconocimiento y saben, casi siempre, sobre el rugby americano donde el atleta va protegido completamente, pero en el inglés, que es el que practicamos aquí, solo se lleva una vestimenta de fútbol: medias, tacos, short y un protector bucal.

“Es un deporte que lleva mucho contacto físico, por lo que requiere una buena preparación, muchos elementos técnico- tácticos de cómo evadir al contrario, para portar el balón y pasarlo siempre hacia atrás o patearlo y al final apoyarlo en el terreno del otro equipo”.

Angelito inició la práctica de esta modalidad deportiva por las prisiones, a través de la idea revolucionaria de convertirlas en escuelas. Allí llegó a formar equipos masculinos y femeninos que competían con otros centros penitenciarios.

Es un deporte fuerte y violento, pero la amistad se impone entre los jugadores.

“En el 2005 se fue extendiendo el rugby hacia municipios de la provincia como Guáimaro, Sibanicú y Florida –recuerda el hoy director técnico del equipo Agramontinos Rugby Club–. Por esa fecha participamos en el primer campeonato nacional de rugby siete en Jiguaní, Granma. donde obtuvimos medalla de bronce. Luego en el 2008 volvimos a repetir la posición en el medallero”.

Era de esperar que con estas victorias consecutivas la calidad, la aceptación y divulgación del mismo estuvieran aseguradas, pero sin el ojo del amo, el caballo no engorda, y al salir Angelito a cumplir misión internacionalista decae su práctica y se pierden batallas.

No es hasta el 2013 que retoman su avance y obtienen primer lugar en el campeonato nacional, lo que le vale la presencia de ocho de sus jugadores en la preselección nacional para participar en el torneo internacional Habana Howlers7’s, próximo a celebrarse.

La batalla de verdad

Este deporte conocido como el de las batallas de verdad, a pesar de lo violento que parece, es jugado por caballeros porque como acota Angelito “crea valores como el compañerismo, la honestidad, la laboriosidad y a pesar de darnos muchos golpes, luego somos una familia. Es el único que hace el tercer tiempo: el de la fiesta, donde compartimos con los atletas y su familia”.

Pero contradictoriamente aquí solo es considerado como una actividad recreativa carente de los valores y eventos deportivos necesarios. Ya se acumulan 20 años de su práctica en el país y alrededor de 10 en esta provincia, y esa realidad persiste, pero se espera que no por mucho tiempo, pues su atractivo y carácter olímpico, ya encanta a muchos.

Para Michel Rodríguez Córdova, uno de los atletas preseleccionados, la importancia del fomento del rugby radica en que “te prepara física y mentalmente; es muy fuerte, pero se hace mucha amistad porque es de unión. Si lo dejan desarrollar bien, este deporte le va a gustar a la población, pero hay que practicarlo para que lo conozcan, aunque falta que nos presten más atención”.

El equipo pretende promover la práctica del rugby en niños y mujeres, como Regla Figueredo Flores, quien aparece en la imagen.

Tanto es así que esos muchachos tienen la posibilidad de asistir al evento internacional que se celebrará a finales de noviembre y principios de diciembre de este año en La Habana y no cuentan con alojamiento debido a que “no están contemplados en Cuba como deporte dentro del programa del Comité Olímpico”.

Este pequeño detalle afecta también su entrenamiento, ya que no disponen de un terreno propio y deben esperar a que otros concluyan sus prácticas. Pero, como sentencia Roberto Ramos González, jugador ala, el más veloz de la cuadrilla, “ganar el campeonato fue el regalo más lindo, por lo que ahora hay que seguir entrenando más fuerte para estar en óptima forma”.

Si a los niños les gusta, a las mujeres les atrae, los jóvenes se centran en una actividad que les educa, entonces bien vale la pena ganar esa batalla en el Comité Olímpico.

 

 

 

 

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