1865: Nuestro precursor, el semanario La Aurora

1865: Nuestro precursor, el semanario La Aurora

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La Aurora, primer periódico obrero editado en Cuba
La Aurora, primer periódico obrero editado en Cuba

Por: Caridad Lafita

La Aurora fue el primer periódico obrero editado en Cuba; con cambios de formato en varias ocasiones entre 1865 y 1868, fecha en que dejó de imprimirse. La dirección era  compartida entre Saturnino Martínez y Manuel Sellén y contaba entre sus más destacados colaboradores a José Fornaris, Luis Victoriano Betancourt y Antonio Bachiller y Morales.

El primero en dar a conocer las luchas de los trabajadores en el siglo XIX fue el semanario La Aurora, con un importante sitial en la historia de nuestra patria, al resaltar los derechos de los obreros cubanos.

Su edición fundacional circuló el domingo 22 de octubre de 1865, en La Habana, casi un siglo después de que se iniciaran las publicaciones periódicas en Cuba. La explicación de su tardía aparición como medio dedicado a la clase obrera, está dada porque en el país imperaba aún el régimen esclavista y en la década de los años 60 del siglo antepasado solo estaban creados incipientes núcleos de trabajadores en pequeñas manufacturas y talleres o en sus casas. Apenas había conciencia de clase.

Según Ecured, la prensa en Cuba dio su primer paso en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando seis décadas después del establecimiento de la imprenta en el país (hacia 1720 por el belga Carlos Habré) aparecieron La Gaceta de La Habana, en 1782, y el Papel Periódico de La Habana, ocho años más tarde.

Los tabaqueros emergían como el embrión del proletariado en la isla, aún pequeño numéricamente, sin una estructura orgánica ni sólida conciencia clasista. Y de su seno se nutrió La Aurora, semanario dirigido y fundado por Saturnino Martínez, un joven asturiano, de ideas reformistas, aficionado a las letras y torcedor de la fábrica Partagás, quien creó el primer gremio obrero, la Asociación de Tabaqueros de La Habana y es considerado el primer líder de los trabajadores de ese sector.

Apunta la fuente citada que el literato cubano Manuel Sellén colaboró con Martínez en la edición de ese semanario, en cuyas páginas insertó materiales de destacados intelectuales criollos como Felipe Poey y José Fornaris, entre otros.

Un subtítulo debajo del logotipo decía: “Periódico semanal dedicado a los artesanos”, como se les llamaba entonces a los obreros de las fábricas de tabaco y a otros trabajadores especializados en artes u oficios industriales. Constaba de ocho páginas al tamaño 11 x 8 pulgadas y era impreso a dos columnas.

Reseña del primer número

En su primer número, el semanario planteó que tenía por finalidad luchar “por el adelanto de las ciencias y de la literatura y por la difusión de las luces entre las masas de la sociedad”.

Desde sus páginas denunció las condiciones infrahumanas de los obreros, sus míseros salarios, el hacinamiento en los talleres, los precios prohibitivos de los productos de primera necesidad y los altos alquileres.

“En la lucha contra esos males apelaba a los sentimientos cristianos de que hacían ostentación los patronos y los exhortaba a que trataran a los obreros de acuerdo con las prédicas del Evangelio”, según señalaba el libro Historia del Movimiento Obrero Cubano, tomo I (1865 – 1935).

Destacó la importancia de la educación

La Aurora destacaba entre los obreros que los maltratos e injusticias que sufrían se debían esencialmente a su retraso cultural. Ponderaba la necesidad de que alcanzaran conocimientos de aritmética, física y química, entre otros.

Hizo propaganda a favor de la organización de bibliotecas públicas y escuelas nocturnas; sus campañas posibilitaron la creación de las lecturas en las tabaquerías, una conquista estrenada en diciembre de 1865 y más tarde prohibida por las autoridades coloniales con el pretexto de que contribuía a la divulgación de materiales no apropiados para el orden público.

“Pese a que la proyección ideológica de La Aurora tenía matices reformistas y utópicos en cuanto a métodos de lucha y de conciliación entre el capital y el trabajo, en cierta medida coadyuvó a fomentar la idea de la organización y la unidad obrera, lo cual era mal visto por las capas reaccionarias de la sociedad”.

El archireaccionario y burgués Diario de la Marina fustigó en varias ocasiones los pronunciamientos de la publicación proletaria al tildarla como un periódico político.

Una valoración del profesor, crítico y ensayista cubano José Antonio Portuondo expone que entre las luchas que libró esa publicación para los artesanos “no fue menor, sin duda la silenciosa batalla de cada número contra la intransigencia y el despotismo reinantes, representados por la censura”.

A los colonialistas españoles, como es lógico, no les convenía este medio, y cuando comenzó en 1868 la Guerra de los Diez Años hizo que dejara de publicarse el semanario La Aurora.

Pero posteriormente, tras el fortalecimiento de nuestro movimiento proletario, hubo una expansión de las ideas de la lucha de clases desde objetivos clasistas y revolucionarios. Y de ahí otros medios como El Productor, La Voz Obrera y Alerta continuaron la senda iniciada por La Aurora en la historia de la prensa obrera en Cuba, hasta culminar en nuestros días con el periódico Trabajadores.

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