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Lejos de casa, construyendo hogares

por Ariadna Andrea Pérez y Yuneimys Silva Echevarría

Foto: Heriberto González

Desde el pasado mes de abril el paisaje de El Roble, reparto del municipio de Guanabacoa, comenzó a cambiar. Sobre terrenos antes inutilizados se construyen ahora dos asentamientos con la tecnología Gran Panel IV y Sandino, como parte del programa de viviendas que desarrolla el Ministerio de la Construcción.

Con esta iniciativa se pretende levantar un total de 364 casas para las familias que actualmente viven en las comunidades de tránsito de la provincia de La Habana.

Las brigadas de los grupos empresariales de Matanzas y Villa Clara, pertenecientes a dicho Ministerio, y la Empresa Constructora Integral de Mayabeque, son las encargadas de llevar a cabo esta tarea en la urbanización Roble-Jata; mientras que el Grupo Empresarial Camagüey se encarga, a solo unas cuadras, de los edificios de la calle Máximo Gómez, en el mismo reparto.

Igual meta y diferente ritmo

Aunque ambas labores comenzaron casi al unísono, es evidente que su avance no es igual.

La vicepresidenta del Consejo de Administración municipal que atiende los programas constructivos en Guanabacoa, Inalvis Rodríguez, considera que, de modo general, los colectivos de Mayabeque, Matanzas y Villa Clara llevan el proceso de ejecución de la obra con responsabilidad y mucha organización.

“Los señalamientos realizados —explicó— han sido oportunos. Deben continuar esforzándose para cumplir en tiempo con la entrega de los edificios. El gobierno está muy sorprendido con  la transformación del paisaje y valoramos como posible fecha de entrega el primer trimestre del 2014”.

Estas tres brigadas construyen viviendas económicas con la tecnología Gran Panel IV. “Es un sistema muy rentable por el costo de la inversión.  Los pisos son de cemento pulido, el baño y la cocina no llevan azulejos y los cuartos no poseen puertas”, comentó Félix Lara, funcionario de la  Empresa de Proyecto (Epro), que atiende el asentamiento Roble-Jata.

La brigada de Camagüey, por su parte, muestra retraso en la construcción del asentamiento El Roble, donde se utiliza la tecnología Sandino. En opinión de Inalvis Rodríguez esto se debe, entre otros factores, al fuerte trabajo artesanal que demandan estas construcciones. “Los obreros han hecho las perforaciones en el terreno con sus propias manos”, apuntó.

Arnaldo Machado Mendoza, especialista de montaje, remarcó: “Tenemos que realizar un gran esfuerzo físico para levantar las columnas y paredes. A medida que se avanza, el proceso se complejiza. Cada pieza se coloca sin ayuda mecánica, a diferencia de la Gran Panel IV, donde se labora con grúas”.

La falta de personal diestro en el uso de esta tecnología fue una carencia que frenó el desarrollo inicial del asentamiento.

“Luego tuvimos dificultades con el prefabricado, pues no tenía la calidad requerida y en un control de la dirección de proyectos de La Habana nos indicaron desmontar una de las primeras casas”.

Carlos Hing, jefe de aseguramiento de la brigada, señaló que como medida para sortear el atraso incorporaron un equipo camagüeyano con experiencia en el montaje Sandino y crearon cuadrillas mixtas.

El acarreo de materiales es otra traba. Una parte del suministro proviene de Camagüey, Pinar del Río y Cienfuegos, “lo cual repercute desfavorablemente debido a que la transportación encarece la obra”, comentó Alexis Fernández Martínez, jefe de economía de la brigada.

Para Miguel Ángel Campanioni, trabajador del contingente 4to. Congreso, de Matanzas, que labora en Roble-Jata, tener los materiales a pie de obra es decisivo. “Cuando faltan los recursos el obrero se siente disgustado porque ve su quehacer detenido”, señaló.

Para  solucionar  dicha  dificultad  los villaclareños que operan en esta misma zona tuvieron la iniciativa de auxiliarse del transporte ferroviario.

“Gracias al convenio con el ferrocarril no tenemos que traer el prefabricado por carretera, solo lo movemos desde La Coubre. Este mecanismo nos ha permitido un mejor aprovechamiento  del presupuesto y un impulso al desarrollo del trabajo”, afirmó Lisardo Herrera, jefe de obra de Villa Clara.

Contratiempos y descuidos

La seguridad de los trabajadores es tema de discusión en cada brigada. No obstante, algunos violan las normas y no usan el equipamiento adecuado, poniendo en riesgo sus vidas y la de sus compañeros.

A esto se suma, en algunos casos, el atraso en la entrega de los insumos correspondientes.  Hace poco nos dieron algunos cascos que faltaban e inmediatamente los distribuimos a los trabajadores. También asignamos fajas, muñequeras, guantes y botas con casquillos”, explicó la técnica de protección de los camagüeyanos, Isabel López.

A pesar de los contratiempos, los recursos existen; sin embargo, la indisciplina persiste y no todos los constructores se protegen. “Algunos de los que laboran en las alturas no usan los medios de protección adecuados. Esto es una irresponsabilidad de nuestro personal contra la que luchamos”, apuntó Erenia Díaz, inversionista de control de la calidad de la Epro, que atiende Roble-Jata.

Ante las indisciplinas, la brigada de Camagüey adoptó un grupo de medidas. “Primero hacemos un llamado de alerta, si reinciden se levantan actas de responsabilidad y por último aplicamos una sanción monetaria”, explicó Isabel.

¿Cuestión de gramaje?

La alimentación es un asunto que preocupa a los trabajadores. “Existe inconformidad con la cantidad que servimos. Pero es una cuestión que no está en nuestras manos, tampoco es algo que puedan resolver los directores nacionales de atención al trabajador. El Ministerio de Economía y Planificación, es quien establece las normas y  por ellas se rige la asignación de las cuotas de comida”, expresó Raúl González, jefe de seguridad y protección de la brigada de Mayabeque.

Los obreros reciben tres comidas durante las horas de trabajo (merienda-almuerzo-merienda) y los días que se extiende la jornada laboral cuentan con una comida o una merienda reforzada, pero la cantidad sigue siendo insuficiente.

“Al principio el gramaje era aceptable, ahora la cuota ha disminuido y estamos en desacuerdo con eso. Por el contrario, en el albergue ofrecen mejor plato fuerte”, comentó Miguel Ángel, albañil matancero. Para el obrero mayabequense Evelio Rodríguez la cantidad tampoco es suficiente, aunque la calidad es aceptable.

También existen dificultades en cuanto a las condiciones de alojamiento, pues no son iguales en todas las brigadas. Al respecto Miguel Ángel expresó: “El campamento tenía muchos problemas de filtraciones y plomería que intentamos solucionar poco a poco”.

Por su parte Lisardo Herrera, de Villa Clara, apuntó: “Nosotros tenemos cuartos con aire acondicionado y hace poco remodelaron los baños”.

Carlos Hing, de Camagüey, refirió que solo tres de sus cubículos tienen aire acondicionado y se hizo una propuesta para poner ventiladores”.

En todas las brigadas no se hacen cortes emulativos con frecuencia. Cuando unas aseguran realizarlos otras aún buscan mecanismos para estimular a sus trabajadores.

Mientras que el camagüeyano Arnaldo Machado comenta que “hasta este minuto no se ha efectuado ningún chequeo de emulación”, Lorenzo Rodríguez, director adjunto de la empresa constructora en Mayabeque, asegura que mensualmente se seleccionan a los más destacados de su brigada para reconocerles sus esfuerzos.

Aunque las obras de modo general avanzan, queda por hacer en cuanto a la eficacia del trabajo. “No podemos decir que la calidad en este momento esté al ciento por ciento. Existen deficiencias en las terminaciones, remates de junta, mesetas de cocina —que a veces les falta el fino o el resano— y algunas habitaciones carecen de tomacorrientes”, aseguró Erenia Díaz, inversionista de gestión de la calidad.

Entregar construcciones decorosas y hacerlo en el tiempo pactado puede  generar tensión en los obreros y directivos; sin embargo, ambas partes aseguran que concluirán en la fecha prevista. “Vamos a lograr cumplir, para ello contamos con la fuerza de trabajo necesaria y el apoyo del sindicato que nos traza metas todos los días”, afirmó Diego Molina, ejecutor principal del grupo mayabequense.

Ni la lejanía de la familia ni aguaceros  ni carencias amilanan a los obreros que se esfuerzan por construir, más que una simple casa, un hogar para las familias que una  vez lo perdieron.

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