Pérdidas económicas, salario mínimo de 225 pesos, desolación, huida en masa del personal… Esa era la imagen hace algunos años de la Unidad Básica de Producción (UBPC) Jorge Osvaldo Galindo, ubicado en el Consejo Popular de Cascorro perteneciente a la Empresa Rectángulo, en Camagüey.
El período especial literalmente desbarató toda esperanza de producir cultivos varios en esas tierras. Pasaron los años, el desbalance financiero continuaba hasta que las expectativas de recuperación se ubicaron en una nueva dirección y en la diversificación de las producciones.
Alejandro García Ramos, administrador de la UBPC, dentro de esa descripción de épocas pasadas no me cuenta que él fue uno de los visionarios que dejó el pellejo en la tierra para revertir la situación. Pero yo me lo imagino. Sus ojos apasionados por la historia me lo confirman y esa pasión que provoca que su voz se quiebre cuando me habla de la productividad de las cinco vaquerías con que cuentan, las cuales aportan más de 315 mil litros de leche, con un promedio de 9.1 litros de leche por vaca, también lo atestiguan.
Y es que hubo que hacer de todo para salir de ese fondo, pero el deseo de trabajar fue tan grande que hoy han avanzado y aún incursionan en nuevas ideas.
Buena leche, buena vaca
Actualmente mantienen los cultivos varios de los cuales entregan más de 3 mil quintales al año con la producción de plátanos, yucas, boniatos y frijoles, los cuales se benefician con el sistema de riego. También la vinculación de los 10 hombres que allí laboran han permitido la recogida de 200 quintales mensuales de plátanos, como asegura Julio Cruz Hernández, boyero y jefe del área, quien lleva 15 años en esos menesteres.
Pero estas producciones no son las cartas de presentación de la UBPC, sino la leche, la ceba y hasta el suelo. Sí, porque estos hombres han pensado en todo. Primero se concentraron en recuperar las vaquerías y entregar leche con calidad, luego en la ceba de los animales y en la protección de sus suelos.
Ya lo explica Jorge Mario Medina León, jefe de la vaquería La Playita, una de las beneficiadas: “Antes lo único que teníamos era una casita de guano y un medio techo de zinc. Pero con el programa lo recuperamos todo, rústico pero muy bueno. Esto es un 90 % de lo que había. Aquí no existía bebedero para los animales, ahora tenemos tanque, caseta con agua, pisos, cercas eléctricas, paneles solares.
“Por supuesto que ahora obtenemos mejores resultados y cumplimos la entrega de leche, pues con 40 vacas damos 320 litros diarios. Además, los salarios han mejorado, pues se puede cobrar en un mes hasta 2 mil 200 pesos”.
Ya las vacas tienen mejores “casas”, entonces hay que ver qué se hace para entregar leche con calidad. Así pensó Alejandro un día, por lo que decidió insertarse en la construcción de un Centro de Enfriamiento para que el acopio de esta contara con los requisitos deseados y pudieran recibir ellos y los productores de los 6 kilómetros del anillo las pruebas de densidad, mastitis, sedimento, aceptación y acidez antes de llegar a la fábrica.
Los guajiros aparecen con su leche, la ponen en el refrescadero, pasan al andén y se les hacen las pruebas. Todo en cuestión de minutos, ya no necesitan esperar días para saber si producen leche con calidad.
Leydis Porta Reyes, técnica de laboratorio es una de las tres personas que allí laboran y asegura que: “es un beneficio porque mejora la calidad de la leche de aquí y se presta un servicio que genera fuente de ingreso porque se cobra un 3 % a los campesinos por litro. Es un logro del cual se hablaba hace mucho rato; es una fuente de empleo y beneficia a toda la comunidad”.
Para Jorge Medina, campesino que le sabe a eso de ordeñar desde hace más de 10 años, contar con un laboratorio “es muy bueno para todos, ahora entregamos y sabemos la calidad que tiene y si hay un detalle nos los dicen a tiempo para mejorarlo porque nosotros nos pagan de acuerdo a la calidad”.
Buena vaca, buen pasto
A Alejandro lo mantienen en vela todos los proyectos que lleva con tal de enterrar el pasado de la UBPC. Ahora recupera naves abandonadas y en ellas construye una tienda Gelma para acercar esas limas, guantes… que se pierden, un centro de semen, de acopio, una nave de la Labiofam con servicios de veterinaria. Todo un complejo de servicios que no solo ayudaría a los 83 trabajadores con que cuenta, sino que apoyaría la producción de los guajiros que por allí viven.
Otra de las ideas es el centro de ceba que a principios de año entregó un total de 20 animales y para finales ya cuenta con 27, con más de 400 kilogramos de peso. Para lograr esto Germán Conde Fraga, jefe del colectivo asegura que el secreto está en una mezcla que se usa como pasto artificial que incluye king grass, morera, caña, norgol y otros elementos que allí emplean. “Esto —asegura Germán— es muy beneficioso porque permite ingresar dinero y apoya así a la unidad”.
Pero Alejandro no descansa y quiere más, por lo que decidió insertarse en la creación de un polígono de mejoramiento y conservación de suelo, el único ganadero del país y uno de los dos con que cuenta Camagüey.
El objetivo es el de mejorar los suelos, el agua, los bosques. Por ahora se encuentran en una etapa inicial de diagnóstico que permitirá mejorar los resultados productivos y económicos y se evitará la degradación con barreras de contención. Además, se reforestan las diferentes áreas en las que está montada el polígono.
Para tener mejores forestales se aplica materia orgánica para aumentar el nivel del suelo, fertilizaciones en las diferentes áreas de la UBPC y todo, por supuesto, con el apoyo del CITMA, de Sanidad Vegetal y Forestal quienes hacen un levantamiento de las necesidades.
¿Y cómo puede con todo?, le pregunto atónita con tantos proyectos a Alejandro. “Con trabajo mucho trabajo, me responde muy tranquilo “es que si no nos diversificamos no avanzamos”.