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Triste por culpa de La alegría

“De continuar la situación que nos perturba, estaremos sordos o medio locos dentro de muy poco tiempo”.
“De continuar la situación que nos perturba, estaremos sordos o medio locos dentro de muy poco tiempo”.

La historia de Dargel Arias Corrochado, su familia y vecinos, es espeluznante.

“De continuar la situación que nos perturba, estaremos sordos o medio locos dentro de muy poco tiempo”, narra este trabajador por cuenta propia, residente en calle E entre 7 y 8, reparto Mármol, en el municipio cabecera de la provincia de Santiago de Cuba.

“Vivo a unos metros de un punto de venta de Cimex nombrado La alegría donde hay instalada una alarma que en los días y horas menos pensados comienza a sonar incesantemente sin que los responsables de silenciar ese dispositivo hagan ninguna gestión.

“He averiguado, explica Dargel, y me han dicho que los encargados de verificar una alarma que se dispara luego del horario de cierre de un establecimiento son los compañeros de Sepsa, quienes deben personarse en el lugar y hacer las gestiones establecidas para solucionar la situación que generó la activación del aditamento electrónico.

“En ocasiones son las 12 de la noche y la alarma suena y suena sin descanso, insistente, atormentando al más aplomado de los humanos con un timbre agudo y ensordecedor que es como para enloquecer a cualquiera, pues no se detiene sino hasta el momento en que abren la tienda en horas de la mañana.

“En los últimos tiempos la prensa ha reflejado con insistencia lo dañino que resultan los ruidos para la salud física y mental de las personas, cuestión que incluso está calificada como una violación de las leyes, pero aún así persisten situaciones como esta que estamos viviendo, ¿hasta cuándo? ¿Quién podría respondernos por la afectación?”, se pregunta finalmente Dargel.

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