En el Comandante Ernesto Che Guevara siempre pensamos como alguien que está cotidianamente entre nosotros. Pensamos en él como el compañero que sigue compartiendo esfuerzos, adversidades, peligros, triunfos y sueños.
El Guerrillero Heroico era realmente un hombre con cualidades que raras veces encontramos juntas. En su personalidad se fusionaban el hombre de acción, el estratega militar, el dirigente y guía de pensamiento visionario y profundo, el carácter férreo, austero e intransigente, sin dejar de ser solidario, humano y altruista.
La obra política y revolucionaria del Che es permanente motivo de reflexión para todos los revolucionarios. Durante los años en que dirigió el sector industrial en Cuba, desde su cargo de Ministro, era común verlo en estrecha vinculación con obreros portuarios, metalúrgicos, textileros, constructores, azucareros y de otros sectores con quienes participaba en sus reuniones e intercambiaba opiniones sobre cómo ser más eficientes y ahorrativos sin descuidar la calidad, la cual consideraba como «el respeto al pueblo».
Como abanderado de la creatividad, exhortaba al obrero, al técnico y al ingeniero a desplegar iniciativas en cada puesto de trabajo para enfrentar la carencia de equipos y piezas de repuesto debido al bloqueo económico impuesto a Cuba por Estados Unidos a comienzos de la década de los años sesenta.
Era muy usual encontrarlo un domingo en los muelles estibando sacos, en un corte de caña, en una industria o en la edificación de una escuela. Precisamente la ejemplaridad era otro de sus atributos. Era el primero en ir al frente de una tarea y no le pedía a los demás algo que no fuera capaz de hacer él primero.
En su pensamiento económico, el Che concedió particular importancia al conocimiento de los costos, la lucha contra el burocratismo, el desarrollo de un Sistema Presupuestario de Financiamiento, las relaciones entre la administración y el sindicato y la computación, temas sobre los cuales formuló conceptos aún vigentes.
En sus orientaciones a los dirigentes administrativos, exponía que la mejor forma para determinar la existencia de buenas medidas de control es que haya buenos canales de información. «No se puede dirigir, si no se sabe analizar y no se puede analizar si no hay datos verídicos y no hay datos verídicos si no hay todo un sistema de recolección de datos confiables», afirmaba.
Otra de sus facetas era la vocación de escritor, con un estilo interesante, sencillo y claro, como lo plasmó en su libro Pasajes de la guerra revolucionaria, en el cual relata importantes episodios de la etapa de liberación nacional en Cuba contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Hoy estaría en la primera línea del proceso de actualización de nuestra economía y en la puesta en práctica de los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. Lo veríamos con su uniforme verde olivo de campaña. Lo veríamos y lo vemos como dijo el poeta nacional cubano Nicolás Guillén “cada día ministro, cada día soldado, cada día gente llana y difícil cada día”.
Así lo evocamos este 8 de octubre a 46 años de su holocausto en tierras bolivianas. Así vive y vivirá el Che en la memoria y el corazón de los cubanos.
Acerca del autor
Graduado de Licenciatura en Periodismo, en 1976, en la Universidad de La Habana. Hizo el servicio social en el periódico Victoria, del municipio especial isla de la Juventud, durante dos años.
Desde 1978 labora en el periódico Trabajadores como reportero y atiende, desde 1981 temas relacionados con la industria sideromecánica. Obtuvo premio en el concurso Primero de Mayo en 1999 y en la edición de 2009. Es coautor del libro Madera de Héroes.