El paisaje se divisa extensamente llano y verde, surcado por anchas guardarrayas que separan un campo de otro; sobre los cañaverales aparecen, como a saltos, torres y tuberías por donde escapa una fina llovizna que moja el sembrado. El cultivo es perfecto, no hay hierbas, tampoco hay hombres porque todas las labores fueron hechas antes de que sellaran las plantaciones.
Llegamos hasta un pequeño batey, escondido en esa geografía, y preguntamos por los trabajadores. “Están en la guataquea”, dijeron, en un área de cañas nuevas, que requiere atenciones culturales para que, con las dosis de fertilizantes y pesticidas
que necesitan, alcance rendimientos de casi 80 toneladas por hectárea (t/ha), que es el promedio en la UBPC Los Indios, en el municipio de Calimete.
Y entre anécdotas, cifras e insatisfacciones confesas se fue tejiendo la historia de 20 años de trabajo en una cooperativa que, aun en malos tiempos, siempre ha logrado rentabilidad; en su primera zafra el rendimiento cañero fue de 36,5 t/ha, pero al incorporar más áreas y tecnología, fueron aumentando hasta situarse entre las de mejores resultados en el país.
Todo eso lleva implícito también el aporte de un colectivo que cuenta con líderes, organización, sentido de pertenencia y unidad. Se percibe al cruzar los criterios de unos y de otros, de dirigentes administrativos, sindicales y de obreros.
Los 107 trabajadores, de los cuales solo 13 no están directos en la producción, “aunque laboramos dos días a la semana en el campo”, como aclaró Aracelis González, la económica, devengan salarios promedios de 811 pesos, además de 17 mil 132 pesos de utilidades que repartieron y los 82,49 CUC que recibió cada uno como estímulo por la producción.
Todo esto es un acicate para celebrar, este 13 de octubre, el Día del trabajador azucarero, en un ambiente de júbilo que se extiende al central Jesús Rabí, para el cual aportan la materia prima, y a la destilería aledaña.
Una organización superior
La experiencia, aplicada desde hace un quinquenio en Calimete, tiene aval en los rendimientos promedios de 72,5 t/ha. Ahora una unidad de atención a los productores, que cuenta con maquinaria de tecnología moderna, organizó brigadas para la preparación de tierras, el corte y tiro de la caña, para que los cooperativistas se concentren en la siembra y atenciones culturales, es decir, en la obtención de buenas cañas.
Leonel Ibáñez, jefe de producción de la UBPC Los Indios, reconoce las ventajas de esta organización, que permite una exigencia superior por la producción de caña. No obstante, está inconforme por disponer de solo cinco tractores para el resto de las actividades: siembra, atención a los cultivos varios y la ganadería, transporte del personal (todos viven distante unos cinco kilómetros), porque “además de ser insuficientes están en muy mal estado”.
Esta UBPC no tiene asignación de alimentos y con sus propias producciones suministra al comedor obrero, al autoabastecimiento y venden a Acopio los excedentes de sus cosechas. Todo ello tiene una repercusión muy positiva en un colectivo donde “la gente trabaja armónicamente y con alegría”, aseguró Jesús Milián (Pipe), secretario de la sección sindical.
Medidas en el aire
Lamentablemente aún en colectivos como en el de Los Indios, “una vitrina” para el sector, hay insatisfacciones. La estructura empresarial después del extinto MINAZ, provoca afectaciones salariales a los cooperativistas por el incumplimiento del plan de azúcar del central al que tributan, lo cual no es atribuible a la UBPC, según explicaron en Los Indios.
Pipe, Leonel y varios obreros, aseguraron que la ropa, el calzado, las botas de goma y los guantes que les venden son de pésima calidad, y que carecen de arreos para la tracción animal.
Aracelis González, como otros trabajadores del área de economía, se lamentan de que las 17 medidas de inmediata aplicación para desatar los nudos que frenan el desempeño de estas entidades no hayan llegado a su municipio después de un año de aprobadas; no han podido comprar ni siquiera sal ni azúcar, por no mencionar los materiales de construcción para
las viviendas de los cooperativistas. “El Banco reconoce que tenemos derecho y nos aprueban los cheques para comprar, pero Comercio Interior aún no está autorizado a vender; dicen que ahora van a comenzar”, aseveraron.
Y estas cuestiones deberían ser atendidas, no solo porque están legisladas las medidas para hacer más viable y fructífero el trabajo, sino porque en ello va la satisfacción de los hombres y mujeres que laboran muy duro en el campo y deben aportar mucho
más a la economía.