Por Lester Vila y Yuris Nórido
Guantánamo siempre fue una plaza peculiar para la música y el baile. Ahí se fundieron, como en pocos lugares de la isla, disímiles influencias, caminos creativos. Ladislao Navarro, coreógrafo y maestro, habla de la gran tradición francohaitiana, que se mezcló con el acervo africano y español, con los bailes campesinos y ya en el siglo XX con la música estadounidense —particularmente el jazz— que se escuchaba en la cercana Base Naval. “Y en medio de ese panorama, aparece (la bailarina norteamericana) Elfriede Mahler, con toda la experiencia de la danza contemporánea. Algo tenía que salir de ahí”. Y salió. Gracias al trabajo de Mahler y de sus alumnos (Navarro entre ellos) la ciudad consolidó un movimiento coreográfico e interpretativo considerable.
Primero fue Danza Libre, y ahora ya se cuentan tres agrupaciones profesionales. Danza Fragmentada, la compañía que fundó y dirige Ladislao Navarro, celebra por estos días su aniversario 20. “Yo primero no pensaba hacer una compañía —cuenta Navarro—, hice mi tesis de grado ensayando una novedosa forma de enseñar la danza, con nuevos métodos, estructuras… lo que se dice: un laboratorio. Quería que gente con cierta edad y que nunca hubiera soñado con bailar, se acercara al arte de la danza. Una cosa llevó a la otra y ya tenemos una agrupación consolidada”.
No es una gran compañía, el elenco lo integran menos de 20 bailarines, pero está perfectamente establecida. Su hermosa y funcional sede, en el centro de la ciudad, es al mismo tiempo local de clases y ensayos, academia artística para niños y jóvenes y escenario de presentaciones. El trabajo cultural con la comunidad es uno de los blasones del colectivo.
La bailarina Lídice Correoso piensa que Danza Fragmentada, además de un centro profesional muy riguroso (“con el nivel artístico de los mejores conjuntos del país”), es una verdadera familia. “Aquí se forman valores”. Esteban Aguilar, bailarín y coreógrafo, habla de la dimensión popular de la compañía: “No creamos solo para un público conocedor, lo hacemos para todos los públicos. Tratamos muchos temas sociales, bailamos en el teatro, en las plazas, en las escuelas y los barrios. El arte siempre convence. La danza es la respiración del alma”.
Danza Fragmentada atesora un repertorio amplísimo, en el que confluyen coreógrafos de diversas formaciones e intereses temáticos y estilísticos. Pero hay un denominador común: los desafíos del hombre contemporáneo. Algunas creaciones son líricas y hermosas, otras hacen más énfasis en la carga conceptual, algunas son francamente experimentales… pero todas proponen un acercamiento esencialmente humano.
El sueño de Ladislao Navarro se hizo realidad. Algunos de sus bailarines, incluso, no estudiaron en academias de arte y han alcanzado relevantes resultados artísticos. “Que todo el que quiera bailar, baile. Nosotros le abrimos nuestras puertas” —concluye.