Un importante aporte a la solución de problemas técnicos del proceso productivo hacen los trabajadores de la ronera Santiago de Cuba, quienes se aglutinan en la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR).
Un total de 105 hombres y mujeres, de los 240 que integran la plantilla de la industria santiaguera, son miembros de la ANIR, y por intermedio de ella encauzan su creación, gracias a la cual se reducen al mínimo las paralizaciones del flujo productivo de la entidad.
En las áreas de destilería, añejamiento, embotellado y transportación no se hace esperar la entrega de los aniristas, diestros en su misión de reparar y crear a sabiendas de las limitaciones que, como resultado del bloqueo de los Estados Unidos, enfrenta en el país a la hora de adquirir piezas de repuesto o maquinarias.
De ello sabe bien Armando Gracia, jefe de mantenimiento de la embotelladora, un espacio en el que se diseñaron piezas que permiten reformular el proceso para diversificar producciones.
De tal modo, además de las botellas cilíndricas ahora es posible llenar en el formato de caneca, muy demandado por santiagueras y santiagueros, alcanzándose en dos años 230 mil cajas.
Como este, otros aportes de los aniristas de la ronera Santiago de Cuba, perteneciente a la corporación CubaRon, consolidan el buen nombre de esta entidad, la cual celebró recientemente los 150 años del surgimiento del ron ligero, nacido y consolidado en estas tierras.
La ronera desarrolla 3 líneas de productos, entre los que destacan los rones Varadero, Caney, y los añejos superiores Santiago de Cuba 11 y 12 años, y los extra añejos 20 y 25 años.
Además de la aceptación que en tierras cubanas tienen los surtidos de la ronera Santiago de Cuba, los consumidores de otras naciones también valoran en todo cuanto valen las propuestas de aquí, entre ellos los de Francia, Italia, Alemania, Rusia y Ecuador.