Otra vez fue el mismo lugar y los mismos propósitos: Capitolio de La Habana y correr en un maratón. Solo que ahora había una motivación especial: rendir un homenaje a nuestros cinco héroes a través de una actividad física que, encabezada por uno de ellos, René González, sumaba miles de personas con alguna prenda amarilla puesta.
La arrancada puntual volvió a ponerla a las 9:30 am la emisora Radio Reloj y la primera victoria de esta carrera-caminata fue precisamente su masiva convocatoria, pues niños, jóvenes, abuelos, corredores habituales, trabajadores de todos los sectores, cederistas de la capital, glorias deportivas, y un largo etcétera lucieron de amarillo por espacio de cinco kilómetros, que incluyó el Prado de los Leones y el Malecón de los grandes sueños.
El dorsal 2002, entregado a René por los organizadores del proyecto Marabana-Maracuba, simbolizó el reencuentro deportivo imprescindible para un héroe que en short, pulóver y con una cinta ajustada en su cabeza recibió de su pueblo no solo una respuesta más de afecto y simpatía, sino también la fidelidad a una causa, que como bien dijera el poeta: “es sagrada para esta Patria”.
En poco más de una hora, miles de cubanos desafiaron al calor de este 21 de septiembre y corrieron o caminaron con la libertad que tanto reclaman para Gerardo, Antonio, Fernando y Ramón, héroes que, como dijera una joven maratonista más pronto que tarde estarán corriendo, caminando y viviendo por estas mismas calles junto a su pueblo.
“Periodista, esto es un maratón amarillo por los 5”, respondió una abuela acompañada de su nieta al llegar a la meta final en la calle G y Malecón. Entonces cerré la agenda para terminar el reporte y al ver cruzar la raya de sentencia a Javier Méndez, Juan Padilla, Armando Ferreiro, Javier Sotomayor, Ana Fidelia Quirot, José Antonio Guerra, entre otras glorias deportivas, descubrí que para ellos, como para muchos, no hay gloria más grande que la de servir a las ideas maravillosas. Y esta lo era.
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