Con un homenaje en versos a la poetisa, compositora y artista de la plástica Ada Elba Pérez (1961-1992), comenzó el segmento habanero de la IX Bienal Identidad, a ella dedicada desde 1997, y que esta vez transcurrió entre los días 18 y 20, simultáneamente en la capital y en su natal poblado espirituano de Jarahueca.
La sede en La Habana fue la Casa de la Poesía de la Oficina del Historiador. Esta cita literaria inicial, a invitación del Grupo Ala Décima, resultó húmedo tributo, no se sabe bien si por la llovizna que acompañó toda la tarde o si por cierto brillo que se percibió a menudo en los ojos de los contertulios.
La poetisa, narradora y promotora Olga Lidia Pérez, hermana de Ada y fundadora de estos encuentros en su homenaje, recordó la primera edición y valoró cómo desde entonces ella vuelve, multiplicada, a desplegar sus empeños de contribuir a la elevación de la espiritualidad humana, mediante las decenas de creadores de disímiles especialidades que interactúan con la población, tanto en la urbe capitalina como en su terruño natal, alrededor del día de su cumpleaños, 20 de septiembre.
De esa localidad llegó a la Casa de la Poesía, vía telefónica, el saludo de sus pobladores y de los artistas y escritores que allá se presentarían, entre ellos la compañía de teatro infantil La Colmenita surgida en el poblado desde la primera Bienal, otros llegados de La Habana para impartir talleres de diversas disciplinas como en las anteriores ediciones de la Bienal Identidad, y poetas como Argel Fernández (Las Tunas), autor del poemario Casi todo, la noche y lo demás, inspirado en Ada Elba, y Merari Mangly, presidenta del Grupo Toda luz y toda mía, de Sancti Spíritus, quien realizaría en Jarahueca el encuentro mensual de la agrupación provincial decimística que dirige.
La tarde inicial en la institución habanera no por lluviosa dejó de tener luz. La aportaron los poetas de la escritura y la oralidad, quienes se abrazaron en la contralectura, emotiva acción lírica entre el escritor que lee sus versos y el repentista que improvisa de inmediato los suyos —en décimas o en sonetos— en respuesta a lo recitado. Esto último estuvo a cargo del veterano Orlando Laguardia y de Luis Paz (Papillo), director del Centro Iberoamericano de la Décima, quienes hicieron un alto en los preparativos del Primer Encuentro de Jóvenes Repentistas, realizado a continuación de la Bienal.
Escritores vinieron desde distintos puntos. Desde Jaruco llegó Encarnación de Armas —Premio Cucalambé 1994 por su libro Beso que desata luz—. De San Miguel del Padrón, Irasema Cruz. Del Cotorro, Oscar Álvarez. De La Lisa, Isbel Díaz Torres. De Marianao, el narrador Jorge Luis García, con varias novelas publicadas. De 10 de Octubre, el novel Boris Montalvo y la ya reconocida Lilia Aurora Machado. De Guanabacoa, el singular José Antonio Vilaseca, quien trajo además al joven violinista Marcos, otrora integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional, que quiso hacer su aporte. Todo un representativo concilio de escritores habaneros, con la presencia de la poetisa Teresa Fornaris, directora de la Casa de la Poesía, cuyo colectivo de trabajo respaldó vivamente el sencillo cónclave.
Fue un contexto adecuado para la presentación, por Olga Lidia, de una reedición, en formato de minilibro (dentro de cajitas de fósforos y bellamente presentado con diseño de Juan Antonio Cecilia Pérez), del poemario La noche es ella, de Pedro Péglez González, escrito en el 2001 como homenaje a Ada en el aniversario 40 de su nacimiento, publicado originalmente por Ediciones Como un ave libre y presentado en Jarahueca durante la Bienal del mencionado año.
De esa obra, la estrofa que le da título:
Ada me hablaba ayer
de algún derroche
Casi todo y lo otro iba consigo
Cargaba con su viaje hacia el postigo
que suele ser espejo
Puso un broche
como si fuera luz
Todo y la noche
lo coloreó Ada Elba con su huella
Después se fue
No sé si alguna estrella
la mirará jugando a ser la lluvia
jugando a ser pincel pátina gubia
Pero la noche no
La noche es ella