Por: Gustavo Crespo Sánchez
La actuación de aquel equipo Cuba en el XVIII Campeonato Mundial, en 1970, en la ciudad costera colombiana de Cartagena, es la única nostalgia que comparto con mi padre y con mi abuelo; del tiempo en que nuestro deporte nacional —más que nunca— reunía calidad, oficio, inteligencia, tranquilidad, determinación, garra y amor a la camiseta.
Fue este un equipo al que le caracterizó la pasión por el béisbol, la entrega, la pelota caliente, de jugadas; el hacer lo que el contrario no esperaba, aunque no lo dijera “el librito”; una selección para la que la pelota constituía un gran espectáculo que potenciaban con creces sus integrantes; un team capaz de llenar estadios.
Era ese un elenco de mucha rapidez, de explosividad; con peloteros de tremendo empuje, que no solo disfrutaban el deporte, sino que soñaban con él, convirtiéndolo en prioridad para sus vidas. Maestría y méritos eran atributos innegables que le acompañaban. Integrado por dignos representantes del juego de las bolas y los strikes, descollaba por su amor a las cuatro letras: Cuba.
Después del triunfo de nuestra Revolución en 1959, la rivalidad con los norteamericanos estaba planteada y este equipo, en apenas 48 horas, logró vencerlos en dos ocasiones. Empatados en el calendario regular correspondió a Cuba y Estados Unidos discutir el título en un play off de tres juegos a ganar dos.
En el primer choque, el 2 de diciembre de 1970, José Antonio Huelga Ordaz enfrentó a Burt Hooton, el mejor lanzador de los norteños al que hasta ese momento habían enfrentado nuestros bateadores y quien había logrado vencernos 3-0 en la etapa clasificatoria, permitiendo un solo hit, de Wilfredo Sánchez, y por dentro del cuadro. Hooton y Huelga se enfrascaron en cerrado duelo que se extendió a 11 entradas, decidiéndose por hit del propio Huelga que puso arriba a Cuba.
Otro sencillo de Wilfredo Sánchez impulsó la del llamado puntillazo. A “gorrazos” liquidó el espirituano la mitad final del onceno y Cuba se llevó la victoria tres por una. Un día después, ignorando el cansancio de los 11 innings lanzados el día anterior, José Antonio le pidió la bola a Servio Borges y entró a relevar en el quinto, con el juego cuatro por tres a favor nuestro.
No solo neutralizó la amenaza de Estados Unidos, sino que retiró a 14 de los 16 bateadores que enfrentó para preservar la victoria cubana, que finalmente fue de cinco por tres. Richard Troedson resultó el pitcher derrotado.
Cuando nuestro Comandante Fidel Castro Ruz recibió al equipo en la patria, bautizó a Huelga como Héroe de Cartagena.
Aunque era un niño entonces, aún conservo en mi corazón este mejor resultado de por vida, de José Antonio Huelga Ordaz y de aquel equipo Cuba —que considero mejor—; que con sus dos victorias nos permitió retener la supremacía mundial que habíamos recuperado un año antes en República Dominicana.
Ello hace sentirme —beisbolísticamente hablando y dejando un aire a la modestia— un hombre grande, pues el béisbol en Cuba entraña tradición, cubanía, identidad, cultura, dicha, pasión y patria.
Quisqueya
Tercer lugar del Concurso Cuba Deportiva , el tercer lugar
Por: Oscar Luis Pereira Márquez
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