La promesa de una nueva aurora

La promesa de una nueva aurora

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congreso-campesino-enarmas-raul-castro-cubaEl rústico salón de bailes de Juan Clavel, en Soledad de Mayarí, fue el sitio donde, convocado por el Comité Regional Agrario y el total apoyo de la Comandancia Central del Segundo Frente Oriental Frank País, el 21 de septiembre de 1958 se celebró el Congreso Campesino en Armas, con la participación de 203 delegados quienes elevaron sus voces para unirse y enfrentar la explotación a que eran sometidos, y las condiciones inhumanas en que transcurrían sus existencias.

Los males que aquejaban al campesinado residente en aquel territorio no se diferenciaban mucho de los padecidos por los del resto del país. Por esa razón, en abril del propio año, apenas establecido el citado frente de guerra del Ejército Rebelde, su jefe, el comandante Raúl Castro Ruz, procedió a la creación de los Comités de Campesinos Revolucionarios, a quienes inicialmente asignó las misiones de acopiar víveres y almacenarlos en lugares seguros, organizar un servicio de información y enlaces, e integrar patrullas encargadas de preservar el orden.

Los citados comités fueron, en síntesis, un eslabón de contacto permanente y organizado entre el campesinado y los mandos rebeldes de sus respectivas zonas, además de fuente de la cual se nutrieron el Servicio de Inteligencia y la Policía rebeldes con que contó el Frente Frank País. Asimismo, el jefe de este también decidió la creación de un Buró Agrario, encargado de promover e impulsar el movimiento campesino, con vistas a hacer de esa masa un poderoso ejército auxiliar, así como desempeñar importantes misiones en la aplicación de las líneas táctica y estratégica de la Comandancia Central del Frente.

Meses más tarde, el 10 de julio, 32 destacados dirigentes campesinos se reunieron en Calabazas de Sagua y constituyeron el Comité Regional Agrario, con José Ramírez Cruz, Pepe, como presidente, y Teodoro Pereira La Rosa en calidad de vicepresidente.

Transcurridos 20 días, ese comité se reunió en Soledad de Mayarí, donde acordó:

– Alertar a los caficultores a no vender el quintal de café por menos de 42.50 pesos, su precio oficial.

– Exhortar a los campesinos a apoyar el impuesto de guerra de un 10 % de las ventas de sus productos, como forma de contribuir a los gastos de la contienda bélica.

– Trasladar al Buró Agrario la propuesta de entregar títulos de propiedad a los precaristas, antes de que finalizara la guerra.

Problemas del campesinado y los obreros agrícolas

En la región que abarcó el Segundo Frente Oriental Frank País convivían grandes latifundistas, poderosas compañías estadounidenses, miles de familias campesinas que se oponían a los atropellos y desmanes de que eran objeto por parte de aquellos, y los trabajadores agrícolas, fundamentalmente los de las plantaciones cañeras y cafetaleras, con un añejo historial de lucha por sus reivindicaciones.

A esa madeja se sumaban comerciantes especuladores, intermediarios y elementos desclasados, que con el apoyo de la guardia rural imponían la ley del más fuerte.

Amparados en la presencia de las fuerzas rebeldes, los campesinos, que subsistían inmersos en la insalubridad y la incultura, recababan su apoyo para poner término al pago de altas rentas o la entrega de importantes partes de los productos por ellos cosechados; a los créditos al garrote, y a la venta de sus cosechas a precios por debajo de los establecidos.

Los reclamos de los obreros agrícolas estaban relacionados con que se les abonaba un salario inferior al mínimo vigente, al igual que ocurría con el pago de la lata de café, tanto para secadero como para despulpe, y la necesidad de que se les garantizara el trabajo porque, pretextando el estado de guerra, las compañías extranjeras y los grandes terratenientes suspendían las labores y responsabilizaban al Ejército Rebelde por esa situación.

Contra toda conjura

Desde su creación, el Comité Regional Agrario tuvo que enfrentar el proceder de elementos anticomunistas que, empeñados en dividir y confundir al campesinado, desataron una campaña de propaganda e intrigas, especialmente dirigida contra la figura de Pepe Ramírez, de conocida militancia comunista.

Con la finalidad de fortalecer el movimiento campesino y la unidad de las fuerzas revolucionarias, el 30 de agosto, previa consulta con la Comandancia Central, el citado comité convocó a la celebración de un congreso campesino, el 21 de septiembre, en Calabazas de Sagua, en las estribaciones de la Sierra de Cristal, lugar con todas las condiciones de seguridad por resultar de difícil acceso para el ejército de la tiranía.

Organizado y dirigido con total independencia por el movimiento campesino, en las semanas previas los integrantes del comité, con el apoyo de sus activistas, acudieron a todas las asociaciones campesinas y les explicaron la necesidad de realizarlo. Para entonces existían 84 Comités Agrarios, y en las labores previas se realizaron seis grandes concentraciones a las cuales, a pesar de los constantes bombardeos de la aviación gubernamental, asistieron miles de campesinos que proclamaron su apoyo ilimitado a las fuerzas revolucionarias.

Ni las inclemencias del tiempo ni las grandes distancias a recorrer, pudieron impedir que los delegados democráticamente electos en sus respectivas asociaciones acudieran a la trascendental cita en Calabazas de Sagua. A pie o a caballo, sorteando ríos o arroyos crecidos, y bajo la amenaza de los frecuentes bombardeos y ametrallamientos aéreos del régimen, emprendieron la marcha desde todos los municipios liberados por los efectivos del Segundo Frente Oriental, y de algunas zonas aún no controladas por estos, como Banes y Antilla.

Al llegar a su destino tuvieron que desviarse hacia Soledad de Mayarí, la nueva sede, porque en los días precedentes Calabazas de Sagua había sido objeto de incursiones de la aviación batistiana. Allí, con la activa presencia del comandante Raúl Castro Ruz, los delegados debatieron los acuciantes problemas que los afectaban, patentizaron su firme apoyo al Ejército Rebelde, y para encabezar el Comité Regional Campesino, nombre adoptado desde entonces por el Comité Regional Agrario, eligieron como presidente a Teodoro Pereira La Rosa, y a Pepe Ramírez Cruz como vicepresidente.

En la clausura, el jefe del Segundo Frente Oriental Frank País, se refirió a la unidad como el arma más poderosa de las masas populares.

Indicó que precisamente por ello y con el marcado propósito de obstaculizar la unidad, los enemigos del proceso revolucionario, los traidores a las masas campesinas y a los defensores de los derechos creados, se empeñaban en dividir al campesinado mediante las más increíbles sutilezas, y entre otras cuestiones de suma importancia, señaló:

“(…) No interpretéis la aparición de un divisionista en nuestras filas como mera casualidad; nadie por amor al arte viene a tratar de dividirnos, eso tiene un fin premeditado, y a ése, alguien lo ha mandado (…) ¿Y quién puede oponerse al progreso de los campesinos, si no los eternos enemigos del pueblo que prosiguen la lucha en los campos y ciudades (…) en guerra desigual contra trabajadores y campesinos? (…).

“¡Frente a los divisionistas, frente a los intereses creados, frente a los enemigos del progreso, de nuestro empeño, del progreso de las grandes mayorías humildes del país, una palabra, una consigna, un lema: ¡unidad! ¡unidad! ¡unidad!”.

El futuro se percibía luminoso. Nadie dudaba de que aquel ejército revolucionario que se proponía cambiar los destinos de la nación, luchaba por la dignidad de todos los cubanos. Aquella promesa resultaba creíble y anunciaba la llegada de una nueva aurora.

Acerca del autor

Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.

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