Uno de los temas deportivos más comentados en estas semanas previas al inicio de la 53 Serie Nacional de Béisbol por fin se supo que será el 3 de noviembre el inicio, es el traslado o traspaso de peloteros de un equipo a otro, algo que siempre ha existido a discreción, con las autorizaciones correspondientes y un entendimiento entre los territorios involucrados.
Por supuesto, el asunto tomó fuerza cuando los tres Gourriel; Yulieski, Yunieski y Lourdes se mudaron para la capital cubana, dada la enfermedad de su padre y sin jugar en el calendario provincial integraron la preselección de Industriales, previa aprobación espirituana y el consentimiento capitalino.
Luego se supo de la decisión del industrialista Jorge Luis Barcelán de pasar a defender la tercera base del equipo Mayabeque, como mismo lo hicieron el pasado año Yamil Rivalta y Víctor Muñoz , con Artemisa, por solo citar dos ejemplos más de jugadores habaneros con otras formaciones del país.
Sin embargo, el caso más polémico de los últimos días era el del torpedero Dainer Moreira, nacido en Holguín, pero que había jugado siempre por Guantánamo, incluida la serie provincial de este 2013, hasta que presentó unas semanas atrás su solicitud de baja para reincorporarse a Matanzas, provincia donde vive su madre.
Bajo el principio de que serán los territorios los que regulen los respectivos permisos y atendiendo a lo reglamentado para la participación en torneos nacionales, la Federación Cubana de Béisbol solo actúa como árbitro en esas decisiones cuando no se llegue a un entendimiento entre las provincias o resulte de interés el pelotero por ser integrante de preselecciones nacionales.
Decidió regresar a tierra matancera por situaciones personales y dado el interés de que se mantenga activo por ser integrante de una preselección nacional, se autorizó a que se incorporara en los entrenamientos de Matanzas, precisó Higinio Vélez en un encuentro con la prensa deportiva este fin de semana.
Más allá de estos ejemplos la pregunta o conflicto principal, si es que hay verdaderamente algún conflicto, es acabar de dinamitar esas ataduras y establecer contratos con los jugadores por determinados períodos de tiempo, en función de que, una vez vencido lo firmado (3, 4 o 5 años, etc), el pelotero decida jugar por el territorio donde desee, con la condición imprescindible, eso sí, de haber competido en el campeonato provincial, en el cual tendrá que mostrar su calidad y eliminarse frente al talento local.
Es cierto que quizás algunas provincias con más atenciones y mejores condiciones económicas puedan recibir más solicitudes y sean más atractivas, pero si hoy lo es Industriales, Mayabeque, Artemisa y Matanzas no es solo por el prestigio ni la historia de esas formaciones.
¿Quién duda que mañana lo sea Santiago de Cuba, Holguín, Camagüey o Ciego de Ávila? La luz verde a los traspasos es casi inminente, pero deberá llegar acompañada de documentos con fuerza legal y jurídica, en función también de proteger el trabajo de los entrenadores de base y al deporte en general de esa provincia.
Por el momento, el estadio Latinoamericano aplaudirá a Yulieski y sus hermanos; el Victoria de Girón hará lo mismo con Moreira y el parque Nelson Fernández recibirá con los brazos abiertos a Barcelán. ¿Y dará esto más calidad a la pelota cubana? Parece tema ideal para otro comentario.