Por María de las Nieves Galá y Alina M. Lotti
Muchos años de investigaciones le han hecho reafirmar a la Doctora en Ciencias Psicológicas Mayda Álvarez que la familia sigue siendo un grupo importante de la sociedad. “Aunque cada país tiene sus costumbres y concepciones de familia, y sus propias maneras de concebirlas”, asegura la experta, quien dirige el Centro de Estudios de la Mujer desde su fundación en 1997.
Se apasiona con el tema que considera significativo para cualquier arista de la sociedad. “La familia sigue siendo de un gran valor para cubanos y cubanas y muchas decisiones que se toman en relación con el trabajo, con la vida cotidiana, incluso con la migración, están relacionadas con las relaciones familiares”, apuntó la también miembro del Secretariado Nacional de la FMC.
A partir de las investigaciones ¿pudiera mencionar algunas características de las familias cubanas?
En este momento son pequeñas, producto justamente de la baja fecundidad que hay en el país. El promedio de personas por hogar es muy reducido; según el último censo de población y viviendas, menos de tres personas, lo cual no implica que no las hayan más grandes.
Sigue predominando la familia nuclear, o sea, constituida por la pareja, o por la pareja con los hijos, o uno de los miembros de la pareja con los hijos.
En estos años se han incrementado los hogares unipersonales, que no entran en la clasificación de familia, porque es una sola persona, debido fundamentalmente al envejecimiento poblacional. Hay hogares extendidos, es decir, se conforman con esa familia nuclear más otros parientes.
También han aumentado las uniones consensuales, sin embargo, el matrimonio no ha perdido atractivo porque la gente se sigue casando.
Algunos opinan que la familia ha dejado de ser ese núcleo que une…
Hay familias y familias… lo primero es que, con esta no se puede tener un modelo prestablecido. Existen una diversidad y heterogeneidad familiar tremendas, y no podemos prejuiciarnos de cómo es una familia por cómo se compone o estructura.
El que la familia sea extendida o monoparental no quiere decir que sea mala. Lo importante es cómo ocurren sus funciones para con la sociedad, y para con las personas que la integran. Creo que la familia en todos estos años ha desarrollado una importante creatividad, ha sido un muro de contención, por decirlo de alguna manera, ante los embates de la economía nacional y mundial, y ha desarrollado estrategias e iniciativas para enfrentar y atenuar esas situaciones.
No se puede desconocer que existe un contexto favorable al funcionamiento de la familia con las medidas y políticas de la Revolución, relacionadas con la educación, la salud, la seguridad social, los derechos de la mujer y de la niñez, que son factores que la protegen, y dan una dosis de seguridad en cuanto a su funcionamiento.
Otra de sus fortalezas es que representa un elemento importante de preservación de la identidad cultural y nacional del país, de sus tradiciones. Por otra parte, brinda un aporte a la economía nacional, porque la realización de las tareas domésticas tiene un valor, que no se visibiliza ni contabiliza, pero lo tienen porque son las que permiten la reposición de la fuerza de trabajo.
Si usted no se alimenta, no descansa y no satisface otras necesidades esenciales en su familia, no repone sus fuerzas para ser al otro día una persona productiva, y esto es un elemento que pocas veces se tiene en cuenta y sin embargo es un aporte a la economía.
En las condiciones actuales, donde ha habido un incremento del trabajo no estatal ¿qué papel desempeña la familia como unidad económica productiva?
Cuando realizamos la investigación en 1987-88 en el departamento de estudios sobre familia, del Centro de Investigaciones Sicológicas y Sociológicas, prácticamente las únicas familias consideradas unidades económico- productivas eran las campesinas, por ser las que producían. Las formas de trabajo no estatal complejizan la vida familiar, porque son nuevas relaciones y es una arista importante para estudios futuros: qué pasa con estas familias, cómo funciona la distribución de los ingresos, quién encabeza el negocio, en qué condiciones trabajan las mujeres, los hombres y los jóvenes…
En una reciente intervención ante un grupo de parlamentarios, usted dijo que la familia es como la caja de resonancia, donde los procesos sociales se revierten…
No exactamente. Cuando hablamos de caja de resonancia lo que se quiere decir es que uno no puede pensar que porque haya una voluntad política, un programa, la familia va a funcionar siempre como queremos o pretendemos.
La familia resuena con todos los procesos, está influenciada por todo lo que ocurre en el contexto en el cual se desarrolla, es una mediadora entre la sociedad y sus miembros; o potencia determinadas influencias o las rechaza y no las deja pasar. Es una manera para decir que no es pasiva. No podemos pensar que cuando expresamos: “estamos formando tales valores”, toda la familia los va a tener. Por eso es preciso reflexionar también sobre los mecanismos de relación sociedad-familia.
Siempre se ha dicho que en la educación en valores son clave la familia, la escuela, la sociedad, los medios de comunicación masiva… Algunos especialistas, entre ellos usted, incluyen las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). ¿Qué peligro ellas representan?
Las nuevas tecnologías no son ni malas ni buenas, en todo caso son buenas porque permiten un desarrollo, pero depende de con qué fin se empleen. Se ha de tener en cuenta que quien más invierte en eso es Estados Unidos, por lo tanto, los mensajes esenciales se corresponden con su manera hegemónica y consumista de ver el mundo.
Asimismo hay muchos productos comunicativos que tienen que ver con la violencia, el sexismo, el modelo consumista, la desvalorización de las personas… son en fin un elemento con el cual hay que contar porque desempeñan un papel en la educación.
Debemos preparar a la familia como mediadora, pues no se trata de “quito esto o no tengo acceso”, lo que hay es que ser capaz de valorar y de seleccionar. Un reto es ofrecer productos comunicativos atractivos, novedosos, con los valores y con las calidades deseadas.
Ahora que recién comenzó el curso escolar, ¿cómo considera usted que deben ser las relaciones familia-escuela?
Actualmente existe claridad en el MINED en cuanto a la necesidad de que haya una corresponsabilidad. Por eso se trata de fortalecer el consejo de escuela con todos sus representantes, que garantizan un vínculo más estrecho familia-escuela-comunidad. La familia durante la primera etapa de la vida desempeña un papel fundamental, pero no es la única influencia, y llega un momento en que esa responsabilidad debe compartirse. No es quitársela a la familia ni a la escuela, es justamente lograr una integración en el proceso educativo, que tiene una continuidad en la vida.
Me gusta mucho hablar de corresponsabilidad, porque no es quitársela a nadie, sino que cada cual asuma la suya.
Hablar de familia hoy presupone hablar de envejecimiento, del cuidado de las personas mayores, que muchas veces recae sobre las mujeres. ¿Qué puede decir al respecto?
Han tocado un tema muy importante: el cuidado de las personas dependientes de la familia, que constituye no solo un deber, sino también un derecho de ellas. No se le puede dejar exclusivamente a la familia; ha de ser compartida entre el Estado, la familia, la comunidad. Para ello se impone la búsqueda de alternativas y mecanismos.
Este tema también pasa por la economía, pues la Revolución ha dedicado muchos esfuerzos y recursos en la superación de la población, y las mujeres los hemos sabido aprovechar, hasta tal punto que en los puestos técnicos y profesionales representamos el 66 %, por solo citar un ejemplo. La no solución del cuidado puede afectar la presencia de las mujeres en el empleo y su productividad, lo que significaría que se viera limitada o subutilizada una fuerza de trabajo calificada.