Esto ya se ha hecho muchas veces, pero pocos han logrado la contundencia de Abelardo Estorino. En Medea sueña Corinto, el dramaturgo toma uno de los más célebres personajes de leyenda y hasta cierto punto lo saca de su contexto, sin que se pierdan las esencias. La tragedia básica ofrece muchos asideros, más bien puntos de partida. Los conflictos de esta Medea, expresados con un lirismo a medio camino entre el humor y el drama, son los mismos del personaje mitológico, del personaje de Eurípides. Pero el abanico se abre en numerosas posibilidades. Medea habla también de problemas de ahora mismo, problemas de siempre. Esta Medea resulta absolutamente contemporánea. Mejor dicho: atemporal.
La actriz Milva Benítez Reinoso representa este texto de Estorino con una organicidad y un comprometimiento ejemplares. Su concentración, el trabajo de caracterización del personaje, llegan a deslumbrar. La puesta es muy plástica, particularmente expresiva. El monólogo transita en cuadros sugestivos, que van de la belleza algo ardua hasta la imagen casi grotesca, deformada por la luz y la expresión. La coreografía llega a ser poética por sus dibujos e implicaciones. Las transiciones de la actriz son muy convincentes. Lástima que por momentos el montaje resulte un poco denso y monótono, quizás hizo falta un poco de edición. Quizás este no sea un espectáculo para grandes masas: necesita compromiso.
El unipersonal, también dirigido por Benítez, se presenta en la sala Adolfo Llauradó, martes, miércoles y jueves a las 6:00 p.m.
