“Lara, el artista, el ser humano, el hombre, con su pintura inseparable, da belleza. Uno está mirando una pintura de él y percibe movimiento, belleza. Es una historia. Uno escucha sus poemas, esas palabras… eso que está escrito así, da vida, da movimiento, da arte. Lo felicito, está viviendo y nos hace vivir a todos. Gracias, Lara”.
Con esas palabras, la primera ballerina assoluta y directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, saludó la nueva exposición y la presentación del más reciente poemario (Domos Magicvs) de Jesús Lara Sotelo (La Habana, 1972), cuya vorágine creativa es reconocida no solo en la pintura, sino además en el dibujo, la escultura, la fotografía, la cerámica, las instalaciones y el video-arte, amén de sus producciones literarias en poesía, prosa, ensayo…
Bajo el provocativo título de Yo también sueño con serpientes, este creador reafirma su peculiar y versátil manera de hacer pintura, cuyo cuño —fuertemente personal— ha transitado desde el paisajismo, la abstracción, la figuración, el surrealismo… y ahora, tal fusión de todos estos estilos muestra sus nuevos trabajos en los que sobresalen notables pretensiones cubistas, movimiento (1) en el que milita con sus propias señas, sin romper definitivamente con la figuración y la perspectiva y realzando el lenguaje espiritual de los colores. Atrevida incursión con la que da continuidad a la recurrente auto-revalorización crítica de su arte.
“Cada vez me convenzo más de que la espiritualidad ha sido el vehículo por el cual he atravesado el umbral, el ir de la oscuridad fecunda a la dádiva de la virtud”(2), tal ha dicho Lara. Y en Yo también sueño… confirma esa sentencia. Y no solo por el tratamiento plástico —de efervescentes matices— de algunas figuras sobresalientes de la cultura cubana, sino porque en estas obras trascienden dos sentimientos y emociones diferentes: las de los individuos objeto de ellas y las del propio autor.
Inquiriendo en las peculiaridades físicas y en la sicología de esas personalidades, Lara las representa mediante un expresionismo que igualmente apela a la utilización de la abstracción, particularmente en los fondos y en las pinceladas y manchas dispuestas en las fragmentaciones de las formas. Sus geometrías son punzantes y tal vez sugieren cierto alejamiento de la naturaleza. Pero no: el artista apela a ella, una y otra vez, aunque la percibamos deformada.
En 1906, el genio Pablo Picasso, precursor del cubismo, afirmó: “Dos problemas se plantearon para mí. Comprendí que la pintura tenía un valor intrínseco, independiente de la reproducción real del objeto. Me pregunté si no había que representar los hechos como se sabe que son en vez de como uno los ve. Ya que la pintura tiene su belleza propia, se podría crear una belleza abstracta con tal de que siguiera siendo pictórica…”, sentencia que prevalece en la creación iconográfica de Lara y que en Yo también sueño… es irrebatible.
Como experimental solución compositiva, en esta nueva serie, el artista incursiona en el cubismo motivado por sus volcánicas reflexiones intelectuales y por su intención de crear, sobre la forma, una nueva representación visual, en concordancia con su obra precedente. Y en tal sentido, al minimizar las gradaciones de sombras y luces, debido a la segmentación de los volúmenes, tensa hasta el límite el lenguaje tradicional de su pintura.
Sin embargo, queda claro que se trata de un loable (otro) ensayo de Lara, que no significa en modo alguno negación de sus técnicas y estéticas anteriores, resumidas aquí. Yo también sueño… es un nuevo reto dentro de una probada posición vanguardista.
Al observar estas obras, el célebre pianista Frank Fernández dijo: “Siempre me ha impresionado Lara. Todo el mundo sabe que he escrito sobre él alguna música, una especie de retrato musicalizado. Pero dentro de esta serie (…) me ha impresionado el retrato de Noel Nicola, porque me parece que se fue, la botó del parque, porque se fue más allá de la fisionomía. El cuadro de Noel es donde yo admiro al artista. El Noel trascendió lo figurativo, lo contemplativo, lo abstracto; trascendió el vehículo llamado técnica o estilo para sacar el alma del retratado; y esa es la verdadera misión de un artista…”
(1) El cubismo tuvo su origen en Francia, en 1908, cuando Henri Matisse, al contemplar un cuadro de Georges Braque, titulado Case et I’Estaque, que representaba casas con apariencias cúbicas, dijo que eran como pequeños cubos (“bizarrería cúbica”). De ahí se derivó el nombre de cubismo.
(2) Lara entrevista a Jesús. Inédito. Autoentrevista. Jesús Lara Sotelo, La Habana, 2013.
“Lara, el artista, el ser humano, el hombre, con su pintura inseparable, da belleza. Uno está mirando una pintura de él y percibe movimiento, belleza. Es una historia. Uno escucha sus poemas, esas palabras… eso que está escrito así, da vida, da movimiento, da arte. Lo felicito, está viviendo y nos hace vivir a todos. Gracias, Lara”.
Con esas palabras, la primera ballerina assoluta y directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, saludó la nueva exposición y la presentación del más reciente poemario (Domos Magicvs) de Jesús Lara Sotelo (La Habana, 1972), cuya vorágine creativa es reconocida no solo en la pintura, sino además en el dibujo, la escultura, la fotografía, la cerámica, las instalaciones y el video-arte, amén de sus producciones literarias en poesía, prosa, ensayo…
Bajo el provocativo título de Yo también sueño con serpientes, este creador reafirma su peculiar y versátil manera de hacer pintura, cuyo cuño —fuertemente personal— ha transitado desde el paisajismo, la abstracción, la figuración, el surrealismo… y ahora, tal fusión de todos estos estilos muestra sus nuevos trabajos en los que sobresalen notables pretensiones cubistas, movimiento1 en el que milita con sus propias señas, sin romper definitivamente con la figuración y la perspectiva y realzando el lenguaje espiritual de los colores. Atrevida incursión con la que da continuidad a la recurrente auto-revalorización crítica de su arte.
“Cada vez me convenzo más de que la espiritualidad ha sido el vehículo por el cual he atravesado el umbral, el ir de la oscuridad fecunda a la dádiva de la virtud”2, tal ha dicho Lara. Y en Yo también sueño… confirma esa sentencia. Y no solo por el tratamiento plástico —de efervescentes matices— de algunas figuras sobresalientes de la cultura cubana, sino porque en estas obras trascienden dos sentimientos y emociones diferentes: las de los individuos objeto de ellas y las del propio autor.
Inquiriendo en las peculiaridades físicas y en la sicología de esas personalidades, Lara las representa mediante un expresionismo que igualmente apela a la utilización de la abstracción, particularmente en los fondos y en las pinceladas y manchas dispuestas en las fragmentaciones de las formas. Sus geometrías son punzantes y tal vez sugieren cierto alejamiento de la naturaleza. Pero no: el artista apela a ella, una y otra vez, aunque la percibamos deformada.
En 1906, el genio Pablo Picasso, precursor del cubismo, afirmó: “Dos problemas se plantearon para mí. Comprendí que la pintura tenía un valor intrínseco, independiente de la reproducción real del objeto. Me pregunté si no había que representar los hechos como se sabe que son en vez de como uno los ve. Ya que la pintura tiene su belleza propia, se podría crear una belleza abstracta con tal de que siguiera siendo pictórica…”, sentencia que prevalece en la creación iconográfica de Lara y que en Yo también sueño… es irrebatible.
Como experimental solución compositiva, en esta nueva serie, el artista incursiona en el cubismo motivado por sus volcánicas reflexiones intelectuales y por su intención de crear, sobre la forma, una nueva representación visual, en concordancia con su obra precedente. Y en tal sentido, al minimizar las gradaciones de sombras y luces, debido a la segmentación de los volúmenes, tensa hasta el límite el lenguaje tradicional de su pintura.
Sin embargo, queda claro que se trata de un loable (otro) ensayo de Lara, que no significa en modo alguno negación de sus técnicas y estéticas anteriores, resumidas aquí. Yo también sueño… es un nuevo reto dentro de una probada posición vanguardista.
Al observar estas obras, el célebre pianista Frank Fernández dijo: “Siempre me ha impresionado Lara. Todo el mundo sabe que he escrito sobre él alguna música, una especie de retrato musicalizado. Pero dentro de esta serie (…) me ha impresionado el retrato de Noel Nicola, porque me parece que se fue, la botó del parque, porque se fue más allá de la fisionomía. El cuadro de Noel es donde yo admiro al artista. El Noel trascendió lo figurativo, lo contemplativo, lo abstracto; trascendió el vehículo llamado técnica o estilo para sacar el alma del retratado; y esa es la verdadera misión de un artista…”