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Volverán en un número razonable y sin revender

Zoológico de 26
Foto: René Pérez Massola

Con una rapidez encomiable nos llegó la respuesta de la dirección del Jardín Zoológico de La Habana, a propósito de la insatisfacción de un grupo de trabajadores por cuenta propia que brindaban servicio en áreas del emblemático parque de 26, queja que publicó Buzón abierto en la edición del pasado 26 de agosto.

La principal inquietud que planteaba María Nieves Morales Rojas, secretaria general de la sección sindical que agrupa a esos trabajadores, era el cierre del contrato para comercializar sus productos en la instalación, antes de que concluyera el período vacacional, sin una reunión previa de la dirección con ese colectivo.

Al respecto, la administración explica que ese centro “tiene dentro de sus funciones el arrendamiento de espacios para el trabajo por cuenta propia, de acuerdo con la ley y el asesoramiento de las entidades que atienden la actividad”, como la Dirección de Trabajo, que otorga las licencias a esos trabajadores.

“En un momento determinado —amplía— las administraciones anteriores abrieron contratos para el arrendamiento de espacios a un grupo demasiado grande de este tipo de cuentapropistas (35 piñateros), lo que ocasionaba una aglomeración de vendedores frente al parque infantil y sus alrededores”.

En estos momentos el colectivo de trabajadores del zoológico realiza un mantenimiento general en las instalaciones del parque, luego de su intensa explotación durante el período vacacional de este verano. Foto: René Pérez Massola

Ello provocó que “esta actividad pasara a ser la principal del centro, desvirtuando las funciones que por objeto social tenemos asignadas, que son exhibir animales exóticos y endémicos, ofrecer recreación y educar a nuestros visitantes en el cuidado del medio ambiente, la flora y la fauna”.

Valoran además que “la gran mayoría de estos trabajadores que tienen licencia de piñateros, la función que realizan es de revendedores de juguetes y diferentes artículos que el Estado expende en las tiendas, y ellos compran para comercializar, después de incrementar considerablemente los precios; muy pocos realmente venden artículos elaborados por ellos u otros trabajadores por cuenta propia, que en este caso serían piñatas, pitos, cornetas, sombreritos y muchos artículos empleados en cumpleaños y fiestas”.

Recuerdan también que en otras ocasiones recibieron las críticas de la población, algunas reflejadas en la prensa, por “permitir el accionar de estos revendedores en nuestra instalación.

También reconstruyen el exhibidor de los simios.
Fotos: René Pérez Massola

“Para evitar estas actividades ilegales —continúa la carta—, se nos orientó reorganizar la actividad, de forma que el accionar de estos trabajadores no afectara ni la imagen ni las funciones sociales de nuestra institución.

“En este proceso nos encontramos actualmente y le aseguramos que quienes comercializan productos elaborados por ellos, de acuerdo con lo legislado, y que cumplan con los requisitos éticos y morales como para laborar en este tipo de institución, volverán a ser acogidos en nuestra instalación en un número razonable y en espacios adecuados, después de concluir el proceso de reorganización. En estos momentos aún tenemos 19 compañeros cuentapropistas laborando en diferentes actividades de recreación”.

Faltó comunicación

Estos razonables argumentos que expone la dirección del Jardín Zoológico de La Habana no era, sin embargo, lo que cuestionaba la dirigente sindical de base, quien siempre manifestó con claridad la disposición de su colectivo “a trabajar unidos junto con la dirección del centro y todos los trabajadores en aras de lograr el objetivo social de la instalación, que es el disfrute de los visitantes”.

Dulce María Iglesias, secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Administración Pública, organización a la cual pertenecen los trabajadores del parque y también los cuentapropistas, se reunió con las partes involucradas, y constató que “la dirección del Zoológico no violó nada desde el punto de vista legal en cuanto a lo establecido en el contrato, toda vez que respetó el tiempo establecido para el aviso previo del fin del arrendamiento, además de notificarle por escrito a cada trabajador de manera individual, con los argumentos necesarios”.

Señala, no obstante, que existió un problema de comunicación entre la dirección del Jardín y los representantes sindicales, al no realizar una reunión con todos los trabajadores no estatales afiliados al sindicato, para explicarles los motivos de la medida adoptada.

Buzón siempre publica ambas versiones

La dirección del Zoológico reclama también a Trabajadores por no procurar su versión de los hechos antes de publicar la queja de María Nieves Morales Rojas.

Sobre este punto, debemos recordar que las secciones de correspondencia tienen como principio de funcionamiento la selección y publicación de las cartas de los lectores, para que los organismos ofrezcan luego una respuesta.

Este principio de trabajo es mucho más incuestionable cuando la persona que nos escribe es dirigente sindical de base, como en este caso, aunque la administración del Jardín al parecer pretenda ignorar esa condición en su respuesta y la enfoque solo como una reclamación individual de la compañera, lo cual consideramos un error.

La afiliación y organización de los trabajadores por cuenta propia no solamente puede verse como una oportunidad para resolver problemas administrativos en las entidades que brindan facilidades y reciben beneficios por sus servicios, es también imprescindible escucharles, dedicarles tiempo y respetarlos.

Disculpas por foto equivocada

Para ilustrar la carta de la dirigente sindical de los trabajadores por cuenta propia del zoológico de 26, utilizamos una fotografía de archivo —como es usual y permisible en estos casos— que supuestamente correspondía a una de sus áreas de venta.

Como bien critica la dirección de ese centro en su respuesta, la imagen que apareció no era de allí, sino que corresponde al parque Almendares. Fue hecha en el verano del 2012, durante un recorrido por centros recreativos de la capital, que también incluyó al zoológico. El inexcusable error obedeció a la indisciplina de nuestro fotorreportero, al ofrecer una información incompleta de la foto, y de la especialista de documentación que la aceptó y clasificó de manera incorrecta. Ambos trabajadores serán sancionados por esta razón. Ofrecemos disculpas a los lectores y al colectivo de trabajadores del Jardín Zoológico de La Habana.

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