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Taekwondoca sin fama, pero campeón

Rafael Yunier Alba Castillo
Rafael Yunier Alba Castillo

Rafael Yunier Alba Castillo era tan solo un joven taekwondoca con perspectivas y condiciones envidiables hasta el 19 de julio pasado, cuando en Puebla, México, tras seis peleados combates ganó el título mundial en los 87 kilogramos. Su salto a lo más alto del podio con 19 años lo convirtió en el segundo campeón del orbe en la historia de la selección varonil y el tercero de Cuba en la disciplina.

Recién incorporado al entrenamiento, el santiaguero accedió a contarnos sobre sus primeros pasos en el deporte, las vivencias del mundial en el que compitió lesionado y los sueños de igualar los cinco oros universales alcanzados por el estadounidense Steven López, considerado el mejor taekwondoca de todos los tiempos.

“Llegué al taekwondo por embullo, cuando vi que una buena parte de mi grupo en 6to. grado había matriculado. Vivía en ese momento en Alamar (zona 6) y empecé a practicarlo después de haber pasado por el tenis de mesa y el baloncesto.

“Sin embargo, me percaté que podía aspirar a algo serio cuando regresé a Santiago, donde estudiaba en una secundaria y tres semanas antes del torneo nacional escolar hicimos un tope con los muchachos de la EIDE y nadie me venció. Si ese mismo día hubiera tenido ropa me quedaba como matrícula de la EIDE, a la cual ingresé en 9no. grado.

“Al otro año me operaron de apendicitis y quedé tercero en el nacional juvenil, porque no me recuperé por completo. Estaba decepcionado por haber perdido y cuando empiezo 10mo. me dicen en la EIDE: ¿qué haces aquí?, fuiste seleccionado para el equipo nacional juvenil”.

Al llegar a La Habana comenzó para Rafael el roce con la selección élite en varios topes. Además, participó en el mundial de su categoría con un discreto octavo lugar, que le impidió asistir a los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud. Un momento decisivo fue el campeonato de primera categoría en el 2012, cuando derrotó por vez primera al favorito y titular de casa, Robelis Despaigne.

“Después de esa victoria lo ayudé en su preparación para los Juegos Olímpicos de Londres. Sin embargo, sabía que tendría una oportunidad única de demostrar mi calidad en el mundial del 2013. Y así me lo propuse, ganar asalto por asalto, pelea tras pelea.

“Primero fue contra un puertorriqueño, al que le vencí con relativa facilidad. Luego salí presionado contra un mexicano por su condición de local, pero lo dominé 11-0. En el tercer combate enfrenté al bronce olímpico de Londres, un inglés que estudié bastante por videos y pude derrotarlo 9-6.

“La cuarta pelea, discutiendo bronce, resultó la más difícil, pues estuve perdiendo contra el canadiense 1-0 hasta el tercer asalto. Tenía un desgarre en el bíceps femoral derecho y sacrolumbalgia, pero aunque se me partieran los huesos tenía que darlo todo por el oro. Contra un tunecino aseguré la plata al vencerlo 9-3, mientras que aventajé 4-2 al chino Zhao Yong en la discusión del título”.

En medio de la conversación, Rafael hace un alto para agradecer a un grupo de entrenadores claves en sus éxitos: Manolín Ruiz, Alberto Montoya, Amaranto Delisle, René García, Roberto Abréu, Lázaro Pluma, Roberto Cárdenas y Leudin González. Tampoco olvidó a sus padres Rafael y Alina, por alentarlo a seguir en el taekwondo, incluso en los momentos más duros.

“Después de ese 19 de julio me puse una meta difícil, pero no imposible. Quiero alcanzar los cinco títulos de Steven López, bimonarca olímpico también. En este ciclo pretendo ganar los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Panamericanos y Olímpicos, aunque en estos dos últimos debo eliminarme con Robelis, ya que solo se admiten cuatro divisiones por cada sexo y ya no puedo bajar a los 80 kilos.

“Mi principal arma en el combate es saber mantener la distancia. Al principio no lo dominaba, pero aprendí y me ha servido mucho. No se me ha subido la fama a la cabeza, sigo siendo el mismo de siempre, no puedo cambiar de un día a otro por un título mundial. Me gustaría que se conociera más el taekwondo, no a mí”.

Callado, pero dado a tener muchos amigos, Rafael es un amante de otro deporte fascinante, el atletismo, aunque prefiere en la despedida referirse a la necesidad de más roce internacional y de contar con petos electrónicos para entrenar. “Fuimos segundos en el mundial por países, pero todavía esta familia puede aportar más”, concluyó.

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