Primero fueron las aulas universitarias habaneras y después —hace exactamente 20 septiembres— el hoy teniente coronel Jorge Alberto Cuba Marchán llegó al Laboratorio Central de Criminalística para prestar sus servicios como recién graduado.
Una captación de jóvenes que cursaban el quinto año de Licenciatura en Física lo motivó para incorporarse a ese centro del Ministerio del Interior donde labora en la sección de trazología balística, especialidad dedicada al examen de las huellas de todo tipo y a estudios relacionados con el uso de armas de fuego.
No han sido pocos los casos de diversa índole que ha tenido que asumir a la hora de realizar pruebas periciales para esclarecerlos. “Algunos resultan complicados técnicamente, porque no se tienen muchos datos, pero el autor o los autores del hecho están presentes”, comentó al referirse a la investigación de un accidente de tránsito en el que había que demostrar de manera incuestionable cómo ocurrió y demás elementos fundamentales.
Agregó que en otras situaciones no hay información ni testigos y las víctimas han fallecido, como ha ocurrido en hechos complejos. Este 10 de septiembre la criminalística revolucionaria cubana arriba a su aniversario 50. “Esta es una especialidad que requiere mucha dedicación y amor a la profesión por tratarse de una constante carrera contra la delincuencia porque nosotros vamos buscando técnicas más científicas, pero ellos también emplean métodos que no son empíricos ni burdos, sino sofisticados como en el tráfico de drogas y sus modus operandi”.
“Con nosotros –expresó trabajan ingenieros de diversas especialidades, así como biólogos y otros profesionales. Necesitamos que continúen incorporándose jóvenes universitarios; ellos son la garantía de nuestro relevo”.
