En España, de alguna manera, comenzó todo para Alicia Alonso. En un viaje de infancia con sus padres, la ahora figura cimera del ballet en Iberoamérica conoció las danzas de ese país: “Lo primero que aprendí fue la danza española. Castañuelas y sevillanas. Precioso, pero no para mí. El ballet me ha tenido demasiado ocupada toda mi vida” —confiesa la primera bailarina cubana en una entrevista que publica este martes el diario El País.
Alicia ha llegado a Madrid al frente de la gira que durante varias semanas emprenderá el Ballet Nacional de Cuba (BNC) por España. Primero irán a Barcelona, después se presentarán en otras ciudades. Este periplo ya se ha hecho casi tradicional, pero este año tiene una significación especial: se celebran los 70 años del debut profesional de Alicia Alonso en Giselle, un papel con el que la bailarina trenzó una leyenda todavía vigente.
La historia se ha contado muchas veces: en noviembre de 1943, en Nueva York, nació una Giselle histórica. Para muchos, la mejor del siglo XX.
Curiosamente, el BNC no presentará Giselle este año en la península. (Lo cierto es que lo han presentado allí muchísimas veces, es casi el estandarte de la agrupación). Para esta oportunidad han escogido otro clásico de la gran tradición decimonónica: Coppélia, en versión de la propia Alicia.
Es la versión que ha defendido el elenco durante las últimas décadas y que ha presentado con éxito en varios países. Tiene mucho de humor y pantomimas, no carece de momentos virtuosos y, como dice El País, mantiene las esencias clásicas que Alicia aprendió de sus maestros rusos.
A pesar de sus muchos años, Alicia sigue en activo. “Yo soy la directora (de la compañía), la responsable. Para lo bueno y para lo malo” —responde cuando le preguntan si no se siente ya cansada. En la entrevista habla de sus últimos trabajos coreográficos, entre ellos el homenaje que le ofrecerá a la cantante cubana Esther Borja: “Se titula En la luz de tus canciones y celebra su 100 cumpleaños”.
Alicia Alonso sigue soñando con la danza: “Yo ya no bailo físicamente en escena pero sigo bailando en mi cabeza. Todavía acaricio las zapatillas de punta. Me las pongo, para susto de todos, y las acaricio”. Concluye la entrevista con algo que bien parece una declaración de principios: “El ser humano se alimenta de fantasía: ballet, música, pintura… no hay mejor estímulo para la vida. Ese es mi modo de ver y sentir”.