“Durante dos años consecutivos, mi hija, estudiante de preuniversitario, no ha alcanzado el uniforme escolar que le corresponde. El curso pasado tuve que comprarle uno por la calle porque en la tienda que le correspondía ya no había; este año no voy a hacer lo mismo”.
Estas fueron las palabras a nuestra redacción de Diley Brito Amado, en un mensaje electrónico enviado desde Camalote, Nuevitas, Camagüey.
La remitente destaca que esta vez la tienda volvió a quedarse sin el uniforme para su hija; no obstante, “en la calle República, en la ciudad de Camagüey, varios ciudadanos lo revenden a altos precios. Yo no puedo hacer lo mismo del año pasado porque mi solvencia económica no me lo permite”.
Finalmente, Brito se cuestiona: ¿El uniforme escolar no viene por cada estudiante? ¿Cómo es posible que los uniformes, distribuidos por la red de comercio, se comercialicen en el mercado negro?