Con verdadero olor a nuevo comienza el curso 2013-2014 en la provincia de Santiago de Cuba.
Lo confirman los uniformes, los útiles escolares, la base material de estudio, el mobiliario y en particular el reestreno de muchas escuelas que hasta hace unos días permanecían desoladas, silenciosas, desgarradas en lo profundo como resultado de los destrozos causados por Sandy.
El huracán afectó a unas mil instituciones docentes, algo más de 800 ya se han reparado, algunas de ellas entregadas como regalo especial para el período lectivo que hoy da la bienvenida al mundo de las letras y los números a 177 mil 367 estudiantes.
Doblemente especial
La escuela especial Manuel Prada, en el reparto Vista Hermosa de la ciudad de Santiago de Cuba, reluce por fuera y por dentro alegrando el espíritu de sus 134 alumnos —de primero a noveno grados— sus 43 trabajadores y la comunidad en general.
Después de perder toda la cubierta, de ver destruidos por la lluvia y el viento mesas, sillas, jardines, persianas… los ánimos de muchos decayeron, y con el paso de los meses las añoranzas por las aulas parecían no tener fin.
“Pero nosotros estábamos confiados en el interés que había por rescatar el centro, dice Martha Beatriz Hidalgo, la directora, nunca tuvimos quejas de la acogida que recibimos en el seminternado Hermanos Marañón, donde fuimos reubicados, pero sin duda nos estaba haciendo falta regresar a lo nuestro”.
En el municipio de Santiago de Cuba la reparación de este y otros locales de la Enseñanza Especial afectados por Sandy constituyó una prioridad; los por qués siempre estuvieron claros.
“Los niños, niñas y adolescentes que formamos requieren de atención distintiva, acota Miladis Fernández Figueredo, jefa del departamento de Educación Especial en el territorio cabecera de la provincia, principalmente en cuanto a los talleres para la práctica de la formación laboral que funcionan en cada centro.
“De las 26 escuelas de este tipo existentes en Santiago de Cuba, 24 se dañaron con el meteoro de octubre pasado, precisa la directiva, ahora solo una queda pendiente de intervención constructiva, las restantes abren sus puertas este 2 de septiembre”.
Tal resultado tiene como trasfondo el interés institucional puesto en la tarea, así como el denodado empeño de los trabajadores del sector por hacer realidad la reconstrucción.
Con sus propias manos
En la Manuel Prada nadie estuvo de brazos cruzados; el interés colectivo era iniciar septiembre en los predios de la escuela y hacia ese fin se enfocaron.
Camino a la meta resultó decisivo el desempeño de la brigada de mantenimiento de la Unidad Presupuestada de Educación en el distrito Antonio Maceo, encargada de la colocación del techo, y también el empuje de profesores, personal no docente, vecinos, padres e incluso alumnos, quienes en los días finales de agosto dieron el “puntillazo” a lo que hoy disfrutan todos, particularmente aquellos que más sudor derramaron.
Entre ellos Sandy Lorenzo y Rodolfo Eduardo Moreno, estudiantes del séptimo y sexto grados, respectivamente, duchos en pintar, recoger escombros y reparar sillas; Alexis Maturell, profesor de educación física devenido albañil de alto quilate; Rodolfo Moreno, un padre sensibilizado con la tarea; Ramón Rodríguez, colaborativo cederista; Ana, Juan, Grisell, Anais, María Elena, Lesyanis, Caridad… entusiastas trabajadores de la escuela. “Mucho sacrificio hay puesto en la recuperación, detalla Maritza Domínguez, subdirectora de formación laboral y una de las que más se destacó en los menesteres reconstructivos, las labores de ensamblar el mobiliario nuevo, colocar las pizarras que llegaron, revitalizar la jardinería, dar brocha, e incluso construir un alero para cuando llueva los niños no se mojen en su trayecto de las aulas al comedor.”