Sin interrumpir el despacho y recibimiento de los viajeros, en la terminal número 3 del aeropuerto internacional José Martí se lleva a cabo una inversión valorada en 10 millones de pesos convertibles que abarca una reparación capital con el propósito de ofrecer un servicio cualitativamente superior.
Desde comienzos de julio allí laboran unos 150 obreros agrupados en brigadas especializadas. Según la arquitecta Rosa Sánchez, directora de la unidad empresarial de base Inversiones y Mantenimiento de Aeródromos de la Empresa Cubana de Aeropuertos y Servicios Aeronáuticos S.A. (Ecasa), “las labores consisten en una actualización del equipamiento tecnológico e incluyen la ampliación de los mostradores de chequeo de boletos y equipajes; de 36 existentes se sumarán otros 12 para dar una mayor capacidad al movimiento de viajeros.
“Para economizar energía eléctrica y garantizar un mayor confort en la climatización del edificio se determinó colocar falsos techos en un puntal más bajo, entre 5 y 7 metros, con luminarias de menor consumo y más eficiencia. También habrá un sistema de audio que mejorará la información al pasajero”, refirió la arquitecta.
Como parte de la modernización tecnológica está prevista la adición de un nuevo sistema de climatización denominado Chiller. “Hoy contamos con dos equipos y se agregará un tercero como emergente, es decir, para funcionar en caso de que alguno de los anteriores reciba mantenimiento, reparación o por otra razón. De esta forma mantendríamos el tonelaje de refrigeración requerido por proyecto en el edificio”, expresó.
La inversión también abarca cambio de esteras de recogida y entrega de equipajes, restauración de los servicios sanitarios, uso de sensores para el ahorro de agua y remodelación de un salón protocolar, entre otros objetos de obra que, de acuerdo con el cronograma de ejecución, concluirán a finales de diciembre.
En estos momentos avanza la ampliación del portal para la estancia del público acompañante, cuyo acceso al interior del edificio no está permitido por las labores que allí tienen lugar, y en el ala oeste del área pública de la planta baja funcionan ocho módulos de servicios sanitarios.
Todas las manos, todas
En un fraternal ambiente laboran los obreros procedentes de los aeropuertos de Santiago de Cuba, Holguín, Camagüey, Cayo Coco, Santa Clara, Varadero y La Habana, así como de las empresas Micalum, de Cienfuegos, la de Obras de Arquitectura e Industriales número 1, de Villa Clara, junto a especialistas de la entidad cubana Take off.
Albañiles, masilleros, electricistas, plomeros, montadores de estructuras, pintores y carpinteros comparten palmo a palmo cada tarea con la premisa de cumplir con calidad y productividad el cronograma de ejecución.
Según señala María del Carmen Suárez, secretaria general de la sección sindical del área de inversiones de Ecasa, “antes de comenzar la jornada efectuamos el matutino para informar acerca del avance de la obra, cumplimiento del día anterior, distribución de la fuerza laboral y la selección de las mejores brigadas y trabajadores a quienes se les entrega un bono de reconocimiento y otros estímulos.
Frandy Utria Frómeta, de Ecasa Habana, resultó el más destacado al cierre de julio, razón por la cual le otorgaron una semana de estancia junto a su familia en las cabañas del círculo social Félix Elmusa.
“El trabajo aquí es fuerte, constante”; hay que hacerlo de manera continua, en cadena, porque detrás vienen los eléctricos y otros obreros y si uno se detiene, se paran los demás también.
Con absoluta seguridad plantea que cumplirán en la fecha prevista. “La familia admira el esfuerzo que haces, enfatizó, además hay un gran compañerismo entre todos, el sindicato y la administración nos apoyan en todo lo que hace falta”.