Los cubanos no tienen amplia cultura de consumir la berenjena como alimento, ni se cultiva en grandes cantidades en el país, mas se ha popularizado como medicamento. A la espera de una consulta médica, dos mujeres enumeraban las bondades que tiene el “agua de berenjena” para varias dolencias.
Cuando una de ellas se quejó por el precio de la hortaliza, la otra le explicó que podía agregarle agua mientras el color se mantuviera oscuro. A la altura de esta conversación, un hombre alegó que lo mejor es usarla como alimento, pues es muy fácil de preparar, se agrega a carnes y pescados o simplemente se hace rebozada, aprovechando sus propiedades nutritivas y medicinales.
Aunque comparto esta última opinión, busqué bibliografía sobre tal fruto de la especie Solanum melongena L., y “descubrí” que se emplea en la alimentación hace más de cuatro mil años, preferiblemente por los beneficios que aporta a la salud, ya que contiene vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes.
Tiene propiedades desintoxicantes: ayuda al organismo a eliminar toxinas mediante una suave acción diurética producida por su elevado contenido en potasio; es laxante y sirve para paliar los edemas y controlar la tensión arterial. Se le atribuye poder hipoglucemiante, es decir, rebaja los niveles de glucosa en sangre, además del colesterol y los triglicéridos, reduce el riesgo de infarto de miocardio y previene la arterioesclerosis.
Varias fuentes avalan sus ventajas como preventivo del cáncer de estómago, al inhibir el crecimiento de las células tumorales en este órgano. Al proporcionar hierro, fósforo y calcio, resulta adecuada para personas con anemia, para asegurar el buen funcionamiento del sistema nervioso y prevenir la osteoporosis. Su aplicación tópica alivia las quemaduras y ciertos dolores reumáticos.
La berenjena mejora la circulación, el funcionamiento del hígado, el tránsito intestinal, enfermedades renales y la eliminación de líquidos, por lo que uno de los usos más difundidos remite a las dietas de adelgazamiento, dado su alto contenido de agua (más del 90 %). Se recomienda como agua común, después de macerar y hervir el fruto en un litro de este líquido, a lo cual se le puede agregar un poco más mientras mantenga su color rojizo. ¡Vaya bondades que tiene esta hortaliza!