De una callada manera se adentró Pablo Milanés, este viernes en la noche, a la plaza de San Juan de Dios para regalarle al pueblo camagüeyano, en medio de una velada veraniega cargada de lluvia, las canciones de siempre con un derroche de amor que supo a primavera.
Cerca de una hora, enfrentando a la insistente llovizna, estuvo Pablo cantando, recordando y compartiendo con un público que se dejó embriagar con temas como Yolanda, para corear junto a él “te amo, eternamente, te amo”, a pesar de la ya anunciada brevedad del mismo, por temor a “si se desata la tormenta”.
“Es el mismo Pablo”, gritaban los pensamientos de miles de los presentes que esperaban escuchar algo de su nuevo disco, del cual él no quiso hablar, más bien prefirió tocar el alma con Los días de gloria, Años, El tiempo pasa, De qué callada manera, Algo más que soñar…
Han pasado tres años de su última visita por esta ciudad y, a pesar de tener la misma magia, esta vez, todo sabía diferente. La segunda de las tres presentaciones anunciadas por el verano llegó con un dejo de nostalgia por las glorias pasadas, sabía mejor y para él fue “bellísimo, con una especial significación por el mal tiempo, por la lluvia que el público ha aguantado y nosotros, por supuesto, hemos tenido la voluntad de cantar porque ante este pueblo había que cantar.
“El concierto no fue extenso, pero hemos quedado satisfechos y con lluvia y todo ha sido bonito, muy hermoso”.
Los camagüeyanos en aras de enamorarlo de esta ciudad le obsequiaron un cuadro de Lorenzo Linares y un violín en miniatura del colectivo de la Fábrica de Violines del territorio y del Centro de la Música.
Magia, amor, pasiones pasadas, remembranzas deseadas fueron los matices del concierto de Pablo Milanés en Camagüey, en un verano lluviosos que no impidió sentir cierta dulzura “como si fuera la primavera”.