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Secretos de identidad

Cumplir el plan resulta esencial para el colectivo, pero siempre con la calidad requerida. Foto: Barreras Ferrán

En un breve recorrido por la historia del ron en Cuba —texto de la autoría de Lucía Arboláez— encontramos la afirmación de que su surgimiento es tan antiguo como la colonización misma, pues es un producto extraído de la caña de azúcar que trajera a la isla el Almirante  en su segundo viaje a este continente.

Y agrega que existen muchas versiones sobre sus orígenes, como la que desde 1650, en el área del Caribe, ya existía uno que fabricaban los piratas y corsarios merodeadores de la zona y que denominaban Rumbillion.

Cuenta también que los esclavos acostumbraban a beber lo que denominaban “Guarapo”, obtenido de la fermentación de la yuca y el maíz. Luego, pasaron a extraerle el jugo a la caña de azúcar, que una vez fermentado permitía obtener un licor fuerte. El líquido era obtenido primero con aparatos rudimentarios, pero más tarde utilizaron el trapiche de los ingenios y centrales. Entonces aquel caldo se transformaba en alcoholes, de los cuales surgió el aguardiente.

Destilación tras destilación surgió el ron. Pero no fue hasta el siglo XIX que se convirtió en una bebida de calidad y competente.

Aparecieron en el país diversas destilerías en las ciudades de Cárdenas, Santiago de Cuba, Cienfuegos y La Habana. Varias marcas se impusieron en el mundo, entre ellas, Matusalén, Jiquí, Bocoy, Campeón, Obispo, San Carlos, Albuerne, Castillo, Bacardí y Havana Club.

Cuestión de nacionalidad

Hay quienes afirman que “el ron no tiene secretos”, refiriéndose fundamentalmente al proceso de obtención. Pero los más estudiosos exaltan el significado de identidad que tiene el licor cubano y hasta se atreven a asegurar que forma parte de la nacionalidad, junto con la caña y el tabaco.

Eso pudimos corroborarlo en la fábrica de la centro meridional provincia de Cienfuegos, centro destacado a nivel nacional y reconocido en varias ocasiones por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Alimentaria y la Pesca (SNTAP). Para el colectivo resulta muy importante cumplir los planes establecidos para cada período del año, pero también mantener la calidad y rescatar la identidad de los rones tradicionales de ese territorio.

De la planta salen las marcas Cienfuegos y Jagua para la Cadena Especializada de Mercaditos del Ministerio de Comercio; el Arecha (petacas) y el Jagua Especial, de 40º para la venta en divisas, y el Damují y Decano con destino a la red de centros gastronómicos.

Según explica Pedro Hourruitiner Padilla, director de la fábrica, el caldo base y los alcoholes proceden de la Ronera Central de Villa Clara, los que son almacenados en la bodega con capacidad para 91 mil 800 litros.

Con no menos de seis meses de añejamiento se extraen y mezclan de acuerdo con las proporciones contenidas en las normas para cada tipo de ron. La planta tiene capacidad para producir entre 584 y 600 cajas diarias, de 12 botellas cada una. “Podríamos fabricar más, pero la tecnología es muy vieja y el etiquetado lo hacemos a mano”, precisa el directivo.

Las botellas proceden de la recuperación de materias primas y el lavado se ejecuta manualmente, lo que no significa en modo alguno que se incumplan los indicadores de calidad de ese imprescindible paso del proceso.

La voluntad del colectivo, integrado por 60 trabajadores, queda demostrada cada vez que la máquina de llenado presenta algún desperfecto. Por un lado, un grupo de trabajadores realizan la operación a mano y otro, el de los innovadores, ponen en función el ingenio para dar la solución debida en el menor tiempo posible. “Esa es una de las arzones por la que nunca incumplimos los planes”, subraya Hourruitiner.

Él agrega además que hace algún tiempo desapareció del mercado el ron Jagua, la marca registrada de la fábrica, al parecer porque perdió calidad y los consumidores lo rechazaban. “Pero nos propusimos rescatarlo y lo logramos el año pasado, en saludo al aniversario de la fundación de la ciudad de Cienfuegos (22 de abril). Así sucedió también con el Cienfuegos, el cual restablecimos con motivo de la celebración del 26 de Julio, también en el 2012”, explica el director. Ambos llegan a la red comercial de Villa Clara, La Habana y de todo el territorio cienfueguero.

Aseguran en la planta que el control cualitativo comienza desde la llegada de la materia prima. Una vez que se obtiene la mezcla, la especialista en control de la calidad es la única autorizada a decidir que comience a envasarse.

Con el propósito de que la Perla del Sur tenga un ron representativo en la red comercializadora en divisas, principalmente a la que más concurren los visitantes extranjeros, y a sugerencia de la dirección del Poder Popular, comenzaron a producir el ron añejo blanco Jagua Especial, de 40º, el cual tiene calidad de primera y es altamente competitivo en ese sentido. “Como es nuevo y por tanto desconocido en el mercado, pretendemos producirlo de acuerdo con la demanda, pero tenemos la esperanza de que se compre más en la medida que los consumidores lo identifiquen y aprecien su calidad. Y estamos pensando en un Jagua dorado”, especifica el director.

Hoy los directivos, técnicos y trabajadores reconocen la fortaleza del sistema de control interno y la eliminación total de las condicionantes que puedan favorecer la comisión de hechos delictivos.

El ron cienfueguero sí tiene sus secretos que lo singularizan: los que garantizan la identidad con el territorio donde se produce.

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