A partir de este miércoles 24 de julio el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, hombre querido en Santiago de Cuba por su impronta como dirigente político, acompaña de un modo muy especial el quehacer del pueblo santiaguero.
Su rostro jovial, su mirada de fe y aliento y sus palabras inspiradoras: “Aquí no se rinde nadie”, resumidos en una escultura a relieve, quedaron perpetuados en una de las paredes frontales del teatro Heredia, en el ámbito de la plaza de la Revolución Antonio Maceo de la Ciudad Héroe de la República de Cuba.
A solo unas horas de celebrar aquí el acto central por el aniversario 60 del Moncada se realizó la ceremonia de inauguración de la escultura, con la presencia del Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, familiares de Almeida, combatientes de la gesta moncadista, las máximas autoridades del Partido y el Gobierno en la provincia, y una representación del pueblo santiaguero.
Algunas de las más sentidas composiciones de Almeida, a quien muchos llamaban cariñosamente “el músico Comandante”, se dejaron escuchar, ratificándose en cada una de ellas la inspiración poética que lo acompañó siempre, lo mismo para escribir piezas infantiles como Marinero quiero ser, patrióticas como Cualquier lugar es mi tierra, soneras como Son homenaje, o de amor como La Lupe.
Según la concepción artística del montaje, la imagen del legendario guerrillero, Héroe de la República de Cuba, tiene una sugerente iluminación, empleando la tecnología LED, que retoca la simbólica presencia.
Salida de las manos del artista de la plástica Enrique Ávila —autor de los relieves escultóricos de Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, ubicados en la plaza de la Revolución José Martí de La Habana— la pieza está hecha de acero, con una dimensión de 32 metros de largo por 19.30 metros de ancho y un peso aproximado de 16 toneladas.
Juan Almeida fue uno de los jóvenes que el 26 de julio de 1953 irrumpió en el Moncada junto a Fidel Castro, con la esperanza puesta en la libertad de la patria, y por esa misma libertad guardó prisión en Isla de Pinos, se enroló en el desembarco del Granma, fundó el Tercer Frente guerrillero en la Sierra Maestra y acompañó hasta el final de sus días cada paso de la revolución triunfante.
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