Por: Agustín Borrego
En estos días, La Habana es una colmena repleta de niños. Están de vacaciones y es la hora de buscar sano esparcimiento.
El centro histórico de la ciudad constituye una de las mayores atracciones de grandes y chicos, y cada día se viste con la sonrisa amplia y alegre de los niños; es catedral de la alegría, universo para los juegos infantiles, entorno envidiable para que cada infante disfrute de un paseo agradable, ya sea durante la visita a un museo o paseando por sus bellas plazas.
En cada rincón de la ciudad bulle la risa, hasta algún que otro encuentro con payasos y magos puede encontrar el transeúnte. Escena inigualable es el Paseo del Prado, allí los pequeñines aprenden a pintar y los más avezados dibujan la imagen del Maestro, José Martí.