Joel García, enviado especial
Omaha.- Otra vez nadie trajo las carreras necesarias, las imprescindibles de la victoria con hombres en posición anotadora; otra vez un extrainning nos privó de un triunfo esperado; otra vez caímos frente a Estados Unidos en el tope amistoso de béisbol; otra vez se confirma que el pitcheo no puede resolverlo todo, otra vez, otra vez y otra vez…
El guión de este segundo enfrentamiento entre las novenas nacionales de Estados Unidos y Cuba cambió ahora de escenografía –se jugó en Nebraska-, pero mantuvo el mismo producto: un éxito por la mínima 3-2 de los locales, que volvieron a demostrar talento, capacidad de reacción y precisión en los minutos claves. Esto último faltó en el equipo que dirige Víctor Mesa y por ahí mismo se esfumó una sonrisa que hubiera permitido igualar este “dual meet”.
Los primeros en marcar volvieron a ser los universitarios norteños cuando a la altura del cuarto inning el abridor antillano, Freddy Asiel Álvarez, abrió regalando boleto a Kyle Schwarber y antes de ponchar a Michael Conforto cometió un wild pitch que no pudo retener el receptor pinareño Lorenzo Quintana.
La dirección cubana decidió entonces transferir intencionalmente a Bradley Zimmer para tener out forzado en todas las bases, pero otro wild pitch complicó más las cosas y dejó la escena lista para que el siempre peligroso Matt Chapman soltara un metrallazo por el box que fue imposible retener desde el primer momento por el pítcher, lo cual abrió la pizarra para el conjunto local.
Sin embargo, la reacción de nuestros muchachos llegó de inmediato en esa misma entrada con par de anotaciones que tuvo como secuencia error del torpedero Turner en batazo de Yasmani Tomás, doble de Yulieski Gourriel, base por bola intencional a Edilse Silva, fly de sacrificio de Yunior Paumier y hit por tercera base de Quintana.
Así transcurrieron las acciones hasta que en el séptimo Freddy Asiel –aquejado de gripe desde hace cuatro días y con casi 100 lanzamientos hechos-, permitió triple de Austin Cousino y acto seguido golpeó al emergente Taylor Sparks, lo cual propició un ambiente de tensión inesperado en el que falló luego el camarero José Miguel Fernández, al pifiar un fácil roletazo para doble play del receptor Grayson Greimer.
Del resto se encargó por segunda noche consecutiva la Regla Shiller, que en esta ocasión volvió a definir para los estadounidenses la película beisbolera, presenciada en el estadio Werner Park por unas cinco mil personas, muchas de ellas cubanos o simpatizantes de nuestra selección.
El relevista Noelvis Entenza transfirió en el onceno a Turner con los dos hombres en circulación que señala el reglamento y ahí mismo saltó del montículo para dejar la candela a Diosdani Castillo, quien ponchó a Bregman –por cierto el árbitro no estuvo acertado con el conteo en toda la noche-, pero luego permitió un elevado de sacrificio de Schwarber.
En el cierre del undécimo, Víctor reconoció que pudo haber mandado a batear y no a tocar con José Miguel Fernández –decisión polémica, pero con lógica- sin embargo finalmente optó por adelantar los corredores “ya que sabe tocar bien y luego tenía a Tomas y Gourriel “. Ambos fallaron con hombres en segunda y tercera, lo cual hizo estallar la alegría y los coros de felicidad entre los parciales del joven equipo estadounidense.
Más allá de lo poco que sigue bateando el equipo cubano, del excelente desempeño que van teniendo los lanzadores de casa y los nuestros, así como de los más de 20 de ponches recetados a ambas escuadras, lo cierto es que el tope marcha 2-0 favorable a los anfitriones y este sábado se volverá a jugar en esta ciudad, para el que ya fue anunciado Norge Luis Ruiz por Cuba.
Un éxito norteño le aseguraría la victoria parcial del match, en tanto una sonrisa de nuestra selección haría más animado el duelo de lunes y martes en Carolina del Norte, donde cerrarán estos enfrentamientos.